La creación de Adán y Eva

Mira, os voy a mostrar toda la Creación orgánica desde lo primero hasta lo último y desde lo menor hasta lo mayor, tal como lo hice mediante Mi Amor, Mi Sabiduría, y Mi eterno Orden que reina en los dos y que es la Palabra del eterno Poder y de la eterna Fuerza en la profundidad de Dios... y en todos los espacios de la infinitud no hay nada, ni pequeño ni grande, que no fuera hecho por ella.

Ve y oye: De modo que ya estaban la Tierra, la Luna, el Sol y las estrellas, cuando la Tierra se encontraba todavía desnuda y su superficie era todo mar. Encima del mar había nubes densas que penetraban incluso profundamente en el espacio muerto, con lo que la luz del Sol no podía iluminar la gota de la Misericordia.

La Luna estaba cubierta del vaho de la gota, alimentándose de él. Y sólo en este vaho la Tierra terminó de nacer del todo. Y el Sol, con sus rayos de luz procedentes del Calor del Amor de Dios, estaba encima de los dos como una gallina que incuba a sus polluelos, hizo que la Tierra madurase y separó la Luna del pecho de su madre.

Después de eso se abrieron las nubes densas y se retiraron hacia los polos, de modo que el ecuador de la Tierra quedó sereno... y el Sol se vio en las aguas...

Con gratitud la Tierra reflejó la luz recibida en el seno amplio del Sol y vio asombrada cómo la Luna se bañaba en las irradiaciones de la Gracia del eterno Amor del Sol.

Y oye lo que te digo: La Tierra estaba a gusto, porque fue colmada del Amor y de la Misericordia, y vio que su querida Luna estaba dando vueltas graciosas alrededor de ella. El Amor, con su hálito de Misericordia, dejó a la Tierra un pecho turgente, como si de nuevo fuera a dar a la recién nacida el pecho repleto de la Leche de la Gracia...

Pero ve, por el Calor del Amor misericordioso la Leche cuajó y se solidificó en forma de tierra firme que sobresalió de las aguas; y los mares se retiraron a las profundidades como el agua que la leche suelta al cuajarse.

Entonces hubo sosiego en toda la Tierra y en todos los espacios de la infinitud de Dios. Y el eterno Amor se inclinó por primera vez al ras del suelo de la Tierra y, en su Omnipotencia y Fuerza, sopló su Vaho sobre toda ella –– un Vaho que consistía en una plenitud infinita de pensamientos en formas animadas de toda especie, con el objetivo de la futura Redención de todos los que estaban en la perdición.

Y ves, del suelo de la Tierra brotaron hierbas, plantas, zarzas y árboles de toda clase, los mares y ríos se llenaron de peces y otros animales y en el aire hubo una gran cantidad de pájaros de toda clase. Y el número específico de cada especie de la tierra, en el agua o en el aire era igual a aquel del hombre que fue creado a base de este número... y fue igual al número de la Gracia del Amor... y fue igual al número de la futura Redención... e igual al número del renacimiento como consecuencia de esta.

Ahora comprende lo que hasta ahora nadie vio ni comprendió:

El eterno Amor tomó el número de su propia identidad, y el número fue el Orden y la eterna Ley dentro del Amor. El Orden siempre fue característica eterna del Amor, lo es y siempre lo será, al basarse sobre todo en el Poder y la Fuerza de la Santidad de Dios.

El Amor tomó arcilla y, con la mano de su Poder y con la de su Fuerza, formó al primer hombre conforme el número de su Orden, y le sopló Vaho vivo... Y este Vaho se volvió un alma viva que llenó al hombre del todo –– un hombre creado conforme al mismo número del Orden con el cual habían sido hechos los espíritus y después los mundos en los espacios... como la Tierra más todo lo que hay en ella, y la Luna y el Sol.

Y ve, este primer hombre en la Tierra que fue una obra de las manos del Poder y de la Fuerza del eterno Amor, de la misma boca de la Gracia misericordiosa recibió el nombre de Adán, es decir, “el hijo de la Misericordia y de la Gracia”.

Y ahora presta atención: Este Adán ocupó el lugar del primero de los espíritus caídos, sólo que no le estaba dado conocer quién era...

Pero con el tiempo Adán empezó a aburrirse porque no se reconocía a sí mismo ni encontraba nada parecido a él.

Entonces, invisible para los ojos de su alma todavía ciegos, el eterno Amor le sopló Vaho y por primera vez se durmió en el ámbito del Amor misericordioso. Y, como si se tratara de un sueño dulce, el Amor misericordioso formó en el corazón de Adán una figura parecida a la de él, de gran garbo y hermosura.

Como el eterno Amor vio que Adán sentía una gran alegría en la contemplación interior de su segundo yo, le tocó en aquel lado en que le estaba dado un corazón parecido al Corazón de la Divinidad... un corazón receptivo para el Amor y para la Vida que se origina en el Amor de Dios... y le quitó de esta manera su amor propio, para preparar allí una morada para Sí mismo mediante la futura Ley de la Gracia misericordiosa... Y al amor propio5 en cuya contemplación interior Adán había encontrado tanto placer, lo proyectó fuera de él y lo llamó Eva, cuyo significado es “el inicio de la liberación del amor propio y del renacimiento espiritual que de ella resulta”.

Luego el Amor misericordioso le despertó para que contemplara su amor propio fuera de él, y vio que él estaba encantado... Y el amor fuera de él que desde entonces se llamó Eva se deleitó al ver al hombre Adán, se inclinó hacia él y siguió cada uno de sus movimientos.

Por primera vez el Amor dijo a Adán: «¡Adán!».

Y él habló por primera vez: «¡Aquí estoy, Señor de la Gloria, del Poder y de la Fuerza!».

El eterno Amor continuó: «¡Ve, tu asistenta!».

Y Eva le respondió: «¡Ve, Señor, la criada está a los pies de tu hijo, esperando sus disposiciones!».

El Amor misericordioso se complació mucho en las obras de su Poder y Fuerza mediante la Gracia de su Misericordia. Y enseñó a los dos todas las cosas, y cómo tenían que servirse de ellas.

Cuando todo estuvo comprendido, el Amor aún les dijo: «Ahora habéis aprendido todo y podéis hacer uso sabio de ello –– sólo queda un último detalle en el que os voy a introducir ahora mismo y os voy a proporcionar la capacidad para tanto: la procreación de vuestro género... Pero hacer el uso de ello sólo os será permitido después de que Yo haya vuelto y os encuentre vestidos con el vestido de la obediencia, de la humildad, de la fidelidad y de la inocencia justa. Pero ¡ay de vosotros si en este sentido os encuentre desnudos!, ¡porque os expulsaré y la consecuencia será vuestra muerte!».

Fuente: El Gobierno de Dios, tomo 1, capítulo 7, recibido por Jakob Lorber

https://jakoblorber.webcindario.com/audiolibro/Libros/Gobierno%20de%20Dios/Gobierno%20de%20Dios%201.htm#k007

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