La píldora azul y roja en la vida real

La referencia a "la píldora azul y roja" es un elemento icónico de la película "The Matrix" (1999), dirigida por los hermanos Wachowski. En la película, el personaje Morfeo ofrece a Neo, el protagonista, la elección entre una píldora azul y una píldora roja. La píldora azul representaba la aceptación de una realidad ilusoria y cómoda, mientras que la píldora roja significaba enfrentarse a la verdad, aunque fuera dolorosa y desafiante.

Esta elección se ha convertido en un símbolo cultural utilizado para referirse a la decisión de enfrentar la realidad tal como es, incluso si es incómoda, o de optar por permanecer en una ilusión reconfortante pero falsa.

En la vida real, ¿quiénes son los que toman la píldora azúl?

Muchos no saben que la vida real pone a los hombres ante esta decisión de vital importancia:

La mayoría escoge la píldora azúl, no porque sean malos, sino porque no tuvieron la capacidad de conocer o reconocer la píldora roja.

El apóstol Juan explica: «En el mundo estaba Él (Jesús, Dios encarnado en la Tierra), y (a pesar que) el mundo fue hecho por Él, el mundo no Le reconoció» (Juan 1:10).

Y el Señor, a través del Gran Evangelio de Juan (GEJ), explica este pasaje con las siguientes palabras:

«En el quinto versículo (ver GEJ 1.2.5) ya se ha explicado bien cómo los hombres en su oscuridad no Me reconocieron a Mí o la Luz primaria de este mundo, a pesar de haberles enviado tantos precursores y profetas para anunciarles Mi venida.

Es necesario mencionar que por “mundo” se debe entender los “hombres” y no la Tierra portadora de almas juzgadas, las cuales forman la materia. Aunque en parte la humanidad surgió de esta materia, una vez liberada de ella ya no son parte suya. Porque ¿cómo exigiría Yo de una piedra que me reconociese, si se halla en el juicio más profundo? Pero sí se le puede exigir esto a un alma liberada que lleva Mi Espíritu dentro de sí» (GEJ 1.2.6).

Nuevamente Juan 1:11 da más énfasis al tema: «A lo suyo vino, y los suyos no le reconocieron».

Dice el Señor:

«Lo que era suyo no se refiere al mundo sino únicamente a los hombres según su ser psicoespiritual (su alma con su espíritu). Como ellos mismos, en el fondo, son Luz primaria como Yo Mismo, tienen que ser parte integrante de Mí y forman una unidad con Mi Ser primario.

Pero como se estaba agotando este mismo Ser que en ellos se manifestaba como sentimiento de sublimidad —razón por la cual Yo vine a ellos y aún sigo viniendo—, no me reconocieron y menos todavía a sí mismos y al propio Origen primario de su existencia indestructible» (GEJ 1.2.7-8).

¿Quiénes son los que toman la píldora roja?

Juan dice: «Mas a cuantos le reconocieron, dioles potestad de venir a ser hijos de Dios, a los que creen en su nombre» (Juan 1:12).

Dice Jesús:

«Es fácil comprender que, entre todos aquellos que ni Me recibieron ni Me reconocieron, el Orden primario quedó alterado y con este trastorno permanecieron en un estado de aflicción llamado “mal” o “pecado”. Pero entre muchos otros que sí Me recibieron, es decir, que Me reconocieron en sus corazones, era indispensable que este “mal” desapareciera por la unión restablecida con el Orden fundamental y el Poder primario de todo Ser. Se reconocieron a sí mismos en Él, reconocieron dentro de ellos la Luz primaria dada por Mí y encontraron en ella la Vida eterna e indestructible (GEJ 1.2.9).

«Los que toman la píldora roja tienen todo el derecho a ser Mis Hijos en toda plenitud»

En el marco de tal Vida comprendían que no sólo son criaturas Mías —idea que surge únicamente de su pensamiento de vivir una vida de condición inferior—, sino que son Mis propios Hijos, porque son portadores de Mi propio Ser proyectado hacia afuera de Mí mismo por Mi Voluntad y Omnipotencia. Su luz —es decir, su fe— es igual a Mi propia Luz primaria, con lo cual posee la misma omnipotencia y fuerza que hay en Mí. Por tanto, ellos tienen todo el derecho a ser Mis Hijos en toda plenitud.

Tal luz es la fe. Y Mi nombre, hacia el cual están dirigidos los rayos poderosos de esta luz, es Mi propio Ser primario, la Fuerza y la Omnipotencia con la que cada cual establece en sí mismo la legítima filiación de Dios. Por esto, el duodécimo versículo (Juan 1:12) dice que todos los que Me acepten y crean en Mi nombre tendrán el poder y el derecho de volverse verdaderos hijos de Dios» (GEJ 1.2.10-11).

Leer el contexto completo en GEJ 1.2: https://jakoblorber.webcindario.com/audiolibro/Libros/Gran%20Evangelio%20de%20Juan/Gran%20Evangelio%20de%20Juan%2001.htm#k002

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