Jesús nació el 7 de enero del año 4151
Marcos, entonces, se acerca a los
fariseos y dice en lengua griega, idioma más común para ellos que
el romano: “Amigos, no os dé vergüenza por el deseo manifiesto
en vosotros de libraros de nuestro dominio, aceptando como El Mesías
a quien os haga un pueblo poderoso sobre la Tierra! Tales
expresiones de vuestra parte nos son conocidas y mantenemos el viejo
refrán: Leo non capit muscas (un león no atrapa moscas), porque
para esto nos sentimos aun lo suficientemente fuertes y
poderosos.
Confesasteis delante del Señor que lo aceptaríais como Mesías, si Él no cambiase las condiciones del mundo no solo para los judíos , sino para todas las criaturas; tal idea fue inteligente y perdonamos vuestra opinión no muy elogiosa. Lo que nos sorprende es que sólo ahora comenzáis a comprender lo que nosotros, ya hace tiempos aceptamos como Verdad.
Pero mirad, este Jesús de Nazaret, nació en Belén, de acuerdo a vuestro calendario, en el año 4151 después de la aparición de Adán, en el mes de enero, a la medianoche del día séptimo. ¡Con seguridad Él es, respecto a su nacimiento terrenal, tan judío como vosotros!
Hace mucho tiempo que estamos informados de todo lo que se relaciona con Su nacimiento y acontecimientos posteriores, razón por qué no lo perdemos de vista, como Personaje Excepcional. Los primeros informes nos fueron dados por Cirenio y Cornelio, y hoy, que bordeamos los sesenta años, se comprende nuestro amplio conocimiento.
A pesar de ser paganos, por vosotros considerados ignorantes, suponemos que es el milagroso Nazareno el Mesías Prometido, porque hemos estudiado las profecías. Ahora, no tenemos más dudas de Su Divinidad. Si así es, indudablemente, -no obstante el ser simple judío es lo que os impidió aceptarLo?! Acaso no constituye una honra para vosotros que los romanos poderosos Lo reconozcan y alaben como Señor y Maestro, por lo que confesamos que Él venció a los paganos, confesión de la cual jamás nos avergonzaremos, pues es la Mayor Honra que Él nos haya aceptado como hijos!? Vosotros, judíos, continuáis creando medios para apresar y matar al Señor de Toda Gloria! Explicadnos cómo es posible tan grande horror! Los templarios nada pueden contestar. Marcos, sin embargo, insiste, porque son libres y no necesitan temer castigo alguno.
Confesasteis delante del Señor que lo aceptaríais como Mesías, si Él no cambiase las condiciones del mundo no solo para los judíos , sino para todas las criaturas; tal idea fue inteligente y perdonamos vuestra opinión no muy elogiosa. Lo que nos sorprende es que sólo ahora comenzáis a comprender lo que nosotros, ya hace tiempos aceptamos como Verdad.
Pero mirad, este Jesús de Nazaret, nació en Belén, de acuerdo a vuestro calendario, en el año 4151 después de la aparición de Adán, en el mes de enero, a la medianoche del día séptimo. ¡Con seguridad Él es, respecto a su nacimiento terrenal, tan judío como vosotros!
Hace mucho tiempo que estamos informados de todo lo que se relaciona con Su nacimiento y acontecimientos posteriores, razón por qué no lo perdemos de vista, como Personaje Excepcional. Los primeros informes nos fueron dados por Cirenio y Cornelio, y hoy, que bordeamos los sesenta años, se comprende nuestro amplio conocimiento.
A pesar de ser paganos, por vosotros considerados ignorantes, suponemos que es el milagroso Nazareno el Mesías Prometido, porque hemos estudiado las profecías. Ahora, no tenemos más dudas de Su Divinidad. Si así es, indudablemente, -no obstante el ser simple judío es lo que os impidió aceptarLo?! Acaso no constituye una honra para vosotros que los romanos poderosos Lo reconozcan y alaben como Señor y Maestro, por lo que confesamos que Él venció a los paganos, confesión de la cual jamás nos avergonzaremos, pues es la Mayor Honra que Él nos haya aceptado como hijos!? Vosotros, judíos, continuáis creando medios para apresar y matar al Señor de Toda Gloria! Explicadnos cómo es posible tan grande horror! Los templarios nada pueden contestar. Marcos, sin embargo, insiste, porque son libres y no necesitan temer castigo alguno.
Fuente: Gran Evangelio de Juan, tomo 8, capítulo 86 recibido por Jakob Lorber.
Comentarios
Publicar un comentario