El sentido espiritual de la purificación del templo
Resumen de «EL SENTIDO ESPIRITUAL DE LA PURIFICACIÓN DEL TEMPLO»
1. El Templo como metáfora: Representa el cuerpo y alma del individuo, simbolizando la necesidad de pureza interior.
2. La intervención divina: Solo mediante Dios se logra la verdadera purificación del alma.
3. Pruebas y sufrimientos: Son vistos como medios necesarios para la purificación espiritual.
4. Control de pasiones: Los mercaderes en el Templo representan deseos materiales y pasiones que deben ser dominados.
5. Instintos bajos: Simbolizados por los animales, estos instintos deben ser elevados y purificados.
6. Amor propio: Representado por el dinero, este debe ser equilibrado y no eliminado.
7. Virtudes exteriores: Necesarias, pero no suficientes sin la pureza interna.
8. Metáfora de la corteza: Las virtudes exteriores protegen, pero no deben superar la esencia interna.
9. Colaboración con lo divino: Es esencial trabajar con Dios para la purificación del alma.
10. Amor y virtudes verdaderas: La introspección y el amor puro son fundamentales para la limpieza espiritual.
El Templo como símbolo del hombre:
- El Templo representa al hombre en su totalidad, incluyendo su parte física y espiritual.
- El santuario del Templo, al igual que el alma del hombre, debe estar protegido de la profanación.
- El amor puro a Dios es el único que puede acceder al santuario sin ser corrompido.
Purificación del Templo y del hombre:
- Cuando el hombre se corrompe, solo Dios puede intervenir para purificarlo.
- Dios utiliza diversas pruebas y sufrimientos para limpiar el alma del hombre.
- El objetivo de la purificación es liberar al hombre de las pasiones viles y del amor propio.
Simbolismo de los vendedores y animales en el Templo:
- Los vendedores representan las pasiones viles del hombre, como la sensualidad y la avaricia.
- Los animales expuestos a la venta simbolizan el grado más bajo de la naturaleza humana.
- El dinero representa el amor propio animal, que debe ser controlado pero no eliminado por completo.
Las palomas y las virtudes exteriores:
- Las palomas simbolizan las virtudes exteriores, como las buenas maneras y la amabilidad.
- Estas virtudes son importantes en las relaciones sociales, pero no deben confundirse con la verdadera espiritualidad.
- Las virtudes exteriores deben servir como un puente hacia el amor interior y vivificador.
Conclusión:
- La purificación del Templo es una metáfora de la purificación del alma humana.
- Dios es el único que puede realizar esta purificación de manera efectiva.
- El hombre debe colaborar con Dios en este proceso, esforzándose por cultivar el amor puro y las virtudes verdaderas.
El sentido espiritual de la purificación del templo
Dice el Señor:
«El Templo representa al hombre en su esfera natural del mundo. Tanto en el Templo como en el hombre hay un santuario debido al cual también el exterior del Templo debe estar santificado y purificado, para que el santuario del interior del Templo o del hombre no llegue a ser profanado.
El santuario del Templo está cubierto por una cortina espesa y solamente le está permitido penetrar en él al sumo sacerdote en cierta época. El velo y la entrada raras veces permitida son una protección contra la profanación del santuario. Si alguien peca en su carne, no mancha solamente su cuerpo sino también su alma y, a través de ella, a su espíritu que es el santuario en cada hombre. En el hombre y, correspondientemente en el Templo, este santuario está guardado detrás de un velo espeso y únicamente el verdadero amor exclusivo a Dios, el cual es un verdadero sumo sacerdote de Dios dentro del hombre, puede entrar sin castigo en este santuario. Pero ¿qué ocurre si ese único pontífice dentro del hombre es impuro por aferrarse a cosas mundanas e impuras e identificarse con ellas? ¿Cómo podrá el santuario permanecer puro?
Una vez que en el hombre (o en el templo) todo se ha vuelto impuro, ya no puede ser purificado por el mismo hombre; ¿cómo podría limpiarse una habitación con una escoba llena de porquería? He aquí que Yo, por desgracia, tengo que intervenir y limpiar el templo humano con fuerza, enviando enfermedades, aparentes siniestros y toda clase de penas para que el Templo se purifique.
Los vendedores y compradores representan las pasiones viles del hombre. Los animales expuestos a la venta significan el grado más bajo de la sensualidad bestial, y el resultado de la misma, la gran ignorancia y ceguera del alma cuyo amor es como el del buey que está desprovisto de todo amor procreador y al que sólo aviva el deseo de devorar, con sentimientos iguales a los tan conocidos de los machos cabríos.
¿Y qué representan los cambistas y sus negocios monetarios? Todo lo que surge del amor propio animal del hombre; porque el animal sólo se ama a sí mismo, y un lobo devora a otro cuando tiene hambre. Ese amor propio animal tiene que ser expulsado del hombre con muchos sufrimientos, y todo aquello que avive esa clase de amor debe ser dispersado y derribado.
¿Y por qué no destruirlo completamente?
Porque ni a este amor debe quitársele la libertad; así como la semilla o el grano de trigo se desarrolla mejor en un campo bien abonado con estiércol, dando de esta manera cosecha abundante, si quitáramos por completo el abono a la tierra para limpiarla así de las impurezas, la semilla se desarrollaría mucho más difícilmente y daría mala cosecha.
El estiércol, inicialmente amontonado en el campo, debe estar bien distribuido y será útil para todo el campo. Si lo dejamos amontonado, sofocaría todo lo que cubre y no serviría para nada al resto.
Al purificar el Templo, me hubiese resultado igual de fácil aniquilar el dinero totalmente; pero por lo dicho sólo lo dispersé por el suelo.
¿Qué significan los vendedores de palomas dentro del Templo que también tienen que salir y aceptar el lugar señalado para ellos?
Los vendedores de palomas representan las virtudes exteriores, que consisten en todas las ceremonias, buenas maneras, gentilezas y atenciones en las relaciones puramente mundanas, que sirven para iniciar la verdadera vida del hombre.
En Oriente se usaban las palomas como mensajeras de amor y, en este sentido, ya se utilizaban en la escritura jeroglífica de los antiguos egipcios como símbolo para la comunicación delicada y amorosa. En el Templo servían como víctimas; jóvenes casados las ofrendaban cuando nacía el primogénito como prueba que ya no necesitaban mensajes exteriores, gentilezas y ceremonias, por haber entrado ya al verdadero amor interior y vivificador.
Por todo ello, y según el orden de las cosas en el cual lo externo no puede sino formar parte de lo exterior, la corteza no debe encontrarse nunca en el corazón del árbol, porque en sí misma es algo completamente muerto; sin embargo, es de gran utilidad para él siempre que esté en el sitio debido y en la debida cantidad. Si alguien quisiera hacer que la corteza penetrara en el corazón del árbol, seguro que el árbol se secaría y moriría.
Éste es el motivo por el cual los vendedores de palomas tenían que apartarse del santuario y aceptar el lugar indicado, mostrando que el hombre no debe tomar las virtudes exteriores por cualidades espirituales.
Este es el sentido espiritual de la tan discutida purificación del Templo. Por la correspondencia cierta e inalterable entre el hombre y el Templo se puede reconocer que nunca un hombre, sino Dios únicamente —como Sabiduría eterna que sabe y ve todo— puede proceder y hablar de esta manera.
Después de haber hecho limpieza en el Templo, ¿por qué el Señor no permaneció en él?
Nadie más que el Señor mismo sabe cómo debe ser lo íntimo del hombre para que Él pueda tomar morada fija dentro de ella. Hay que considerar que tanto antes como después de tal purificación, el hombre ha de tener libertad plena para no volverse un autómata.
Después de la purificación forzosa del interior del hombre, el Señor aún no puede confiar en él; únicamente Dios mismo sabe lo que hace falta para realizar la formación íntima del hombre. Por esta razón el Purificador se vuelve a retirar del santuario y, desde el exterior y apenas notado, inspira la vida íntima del hombre, sin ceder a sus demandas de quedarse para favorecer su indolencia. Pues el hombre debe despertarse a una actividad propia para posteriormente poder volverse perfecto».
Fuente: Gran Evangelio de Juan, tomo 1, c. 16 (GEJ 1.16)
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