Oración de la mañana

¡Oh gran Dios! ¡Padre Santísimo! ¡Tú, que eres el Amor Eterno, lleno de Misericordia y Gracia! Como un débil niño, ayer estiré los miembros cansados sobre el lecho bendecido y descansé allí hasta en la mañana en Tu Gracia infinita y me levanté, lleno de la fuerza de Tu Indulgencia.

¿Quién es capaz de desentrañar el Tamaño de Tus Obras de Amor infinitas que haz hecho en nosotros, los hijos del hombre? ¡Oh, permite que yo pueda comprender de todas ellas, tan solo la parte más pequeña!

¡Qué es el hombre comparado a Ti, que Tú Te acuerdas de él, oh, Tú, de Quien, ante Tu Aliento más suave, las eternidades huyen como copos de nieve ante la tormenta poderosa! ¡Cuán infinitamente grande debe ser Tu Amor, que el débil hombre pueda subsistir delante de Ti — a pesar que él es, nada más que un ser completamente ingrato en todo su supuesto amor y humildad, y que eternamente nunca puede, ni podrá medir qué enorme deudor es él ante Ti!

¡Oh Padre Santísimo, los universos de soles enteros apenas son gotas de rocío delante de Ti! Por eso, mira misericordiosamente aquí, abajo, desde Tu Altura, Poder y Fortaleza infinitos, a mí, que soy un débil. Acepta por piedad mi amor imperfecto y fortaléceme también hoy en el Amor cada vez más y más, de acuerdo a Tu Misericordia. Amén.
gobd1.49.11-17

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