La actividad verdadera

Solamente actividad y más actividad pueden ser un beneficio común para la humanidad. Toda vida es el fruto de la actividad continua e incansable de Dios y sólo puede ser mantenida durante eternidades mediante la actividad verdadera, mientras que la inactividad no puede traer sino la muerte.

Poned la mano en vuestro corazón y observad su actividad continua día y noche; en fin, toda la vida del cuerpo depende de su actividad y, una vez que esta se pare, también la vida natural se apagará.

Así como el descanso del corazón físico es evidentemente la muerte inevitable del cuerpo, de la misma manera el descanso del corazón del alma es la muerte de la misma.

El corazón del alma se llama "amor" y sus pulsaciones se manifiestan con la verdadera y plena actividad del amor.

De modo que tal actividad continua de amor es la pulsación del corazón del alma que nunca debe cansarse. Cuanto más late, tanta más vida se produce en el alma, y si de este modo se ha formado en ella un grado de vida que equivale al de la vida más elevada, la divina, entonces este grado de vida del alma despierta la vida del Espíritu divino en ella.

Este Espíritu, Vida pura por ser en sí la actividad máxima e incansable, fluye del alma que por su actividad en el amor se ha vuelto idéntica a él, y con esto da comienzo la Vida eternamente indestructible del alma.

Y todo esto es un resultado de la actividad y manera alguna de la ociosidad.

Por eso huid del descanso y aplicaos a la actividad; vuestro premio será la Vida eterna.
gej01.221.6-13

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