Sobre el verdadero ayuno
Dice el Señor:
“Quien ayuna con un buen propósito hace una obra provechosa para sí mismo, pues el ayuno y la oración a Dios liberan y elevan el alma. Sin embargo, nadie se salva solo por ayunar y orar, sino por creer en Mí y hacer la voluntad del Padre celestial, como os la he anunciado. Y esto puede lograrse sin necesidad de ayunos rigurosos ni restricciones en la comida o la bebida.
Pero quien posee en abundancia y practica verdaderamente el amor al prójimo, ese ayuna de verdad. Y tal ayuno es agradable a Dios y útil para alcanzar la vida eterna. Quien tiene mucho, que dé mucho; quien tiene poco, que comparta lo poco con su hermano aún más necesitado, y así acumulará tesoros en el cielo. Porque dar es más bienaventurado que recibir.
Quien desea ayunar de manera auténtica ante Dios y en beneficio de su alma para la vida eterna, que se abstenga del pecado por amor a Dios y al prójimo, pues el pecado pesa sobre el alma e impide que se eleve hacia Dios.
Quien, como los fariseos y otros ricos, se entrega al exceso y la glotonería y es indiferente al clamor de los pobres, quebranta el verdadero ayuno, al igual que cualquier adúltero o fornicador.
Si la belleza de una virgen o de la esposa de otro hombre te atrae y te seduce, aparta la mirada y refrena el deseo de la carne; así habrás ayunado de verdad.
Si alguien te ofende y te enfurece, perdónalo; acércate y reconcíliate con él, y habrás practicado un ayuno verdadero.
Si haces el bien a quien te ha hecho daño y bendices a quien te maldice, entonces ayunas de verdad.
Lo que entra por la boca para nutrir y fortalecer el cuerpo no contamina al hombre. Pero lo que sale de su boca, como la calumnia, la difamación, las palabras vulgares, la maledicencia, la blasfemia y la mentira, eso sí lo contamina. Y quien hace tales cosas, ese es quien realmente quebranta el verdadero ayuno.
Porque ayunar de verdad significa negarse a sí mismo en todo, cargar con paciencia la propia cruz y seguirme; pues Yo soy manso y humilde de corazón.
Que alguien coma esto o aquello para saciarse, eso da igual, siempre que los alimentos sean puros y aptos para el consumo. Especialmente con la carne debéis ser prudentes si queréis conservar la salud por largo tiempo. La carne de animales asfixiados no es saludable, pues genera influencias dañinas en los nervios, y la carne de los animales considerados impuros solo puede ser consumida sin riesgo si se prepara como os lo he indicado.
Pero cuando salgáis al mundo en Mi nombre y os encontréis con distintos pueblos, comed lo que os sirvan. Sin embargo, no comáis ni bebáis en exceso, y así cumpliréis el verdadero ayuno. Todo lo demás es superstición y gran necedad de los hombres, de la cual deben ser liberados si así lo desean.
En cuanto a la manera en que los judíos oran a Dios, no solo carece de valor ante Él, sino que es abominable a Sus ojos. ¿Qué puede lograr ante el Dios de infinita sabiduría un prolongado murmullo de labios, especialmente cuando se paga a ciertos "orantes privilegiados" para que recen por otros, como si sus plegarias fueran más eficaces? Os digo que aunque mil de estos orantes clamaran a Dios durante mil años, Él los escucharía aún menos que el rebuzno de un asno hambriento. Pues tal oración no es oración, sino un croar de ranas en un pantano, carente de sentido y razón.
Dios es en sí mismo un espíritu de suprema sabiduría, con la comprensión más profunda y luminosa, y es la verdad eterna. Por tanto, quien desee orar eficazmente a Dios, debe hacerlo en espíritu y en verdad. Ora en espíritu y en verdad aquel que entra en la silenciosa cámara de amor de su corazón y allí adora y suplica a Dios. Dios, que escudriña todos los corazones y lo más íntimo del ser, mirará también dentro de vosotros, reconocerá cómo y por qué oráis y os concederá lo que hayáis pedido verdaderamente en espíritu y en verdad.
La oración absolutamente verdadera consiste en que guardéis los mandamientos de Dios y hagáis Su voluntad por amor a Él. Quien así ora, ora de verdad y ora sin cesar. De igual manera, todos los ángeles del cielo oran a Dios sin cesar, pues cumplen en todo momento Su voluntad.
Dios no quiere ser adorado, venerado y alabado con vuestros salmos, salterios, arpas, címbalos y trompetas, sino a través de vuestras acciones activas y constantes conforme a Su palabra y voluntad.
Si contempláis las obras de Dios y en ellas investigáis y reconocéis cada vez más Su amor y sabiduría, creciendo así en amor hacia Él y volviéndoos más sabios en vuestro interior, entonces también estáis orando verdaderamente y ofreciendo a Dios una verdadera alabanza. Todo lo demás, que hasta ahora habéis considerado oración, es completamente vacío, vano y sin valor ante Dios.
Ahora sabéis qué significa realmente ayunar y orar, y no debéis seguir preguntando por qué, según Mi enseñanza, ni Yo ni Mis discípulos ayunamos y oramos como los judíos y fariseos ciegos. Nosotros ayunamos y oramos en espíritu y en verdad sin cesar, por lo que es absurdo preguntarme por qué no seguimos vuestra antigua y sin valor práctica de ayuno y oración.
Mis discípulos no deben ayunar mientras Yo, como verdadero esposo de sus almas, esté con ellos y entre ellos. Pero cuando llegue el momento en que ya no esté entre ellos como ahora, entonces ayunarán también físicamente, pues la falta de amor de los hombres les dará poco o incluso nada para comer. Sin embargo, mientras estén conmigo, no deberán sufrir hambre ni sed. – ¿Habéis comprendido esto bien todos vosotros?”
Fuente: GEJ 7.85.5-22
Comentarios
Publicar un comentario