Acla 2: "Una objeción y su refutación"

de la obra «Aclaraciones de Textos Bíblicos» recibido por Jakob Lorber

Este capítulo trata de un debate sobre la cantidad de lectura de la Palabra y la acción derivada de esta, en el contexto de la lectura de textos espirituales o sagrados. A continuación se resume la idea central:

1. Objeción inicial: Se plantea que, dado el extenso material disponible en las Escrituras y otros textos espirituales, es casi imposible leer todo y ponerlo en práctica. Por ello, se sugiere que solo se debe leer lo que se pueda aplicar directamente en la vida diaria, ya que leer más sería excesivo y poco práctico.

2. Refutación: La refutación a esta objeción utiliza una metáfora agrícola: si un campesino siembra todo su campo y no solo una pequeña parte, cosechará mucho más, incluso si solo necesita una pequeña porción para sobrevivir. El exceso puede compartirse o venderse, beneficiando a otros y enriqueciendo al propio agricultor. Así, leer más no es un desperdicio, ya que aunque no todo se aplique directamente, el conocimiento obtenido siempre será valioso y producirá buenos frutos.

3. Conclusión: El texto destaca que leer abundantemente, siempre y cuando el lector tenga su "terreno" espiritual bien preparado (es decir, su alma cultivada por el amor a Dios y al prójimo), permitirá que todo lo leído tenga valor y se convierta en una experiencia fructífera. En cambio, si alguien no ha preparado su "terreno", la lectura será estéril, como sembrar en tierra no cultivada, donde nada crece.

En resumen, la lectura abundante de textos espirituales es beneficiosa, siempre que se haga con el espíritu y el corazón bien preparados, y no debe limitarse únicamente a lo que se considera inmediatamente aplicable.

FUENTE: Capítulo 2. Una objeción y su refutación

(21 de diciembre 1843 por la tarde)

1. Aunque a esto alguien va a decir aquí: “Consta que es correcto que tan sólo mediante una verdadera lectura se puede cosechar el verdadero fruto de una lectura. Pero si a alguno le está dado tanto material, entonces por la cosa de la actividad también lo puede poner aparte, y de esto sólo leer tanto como está convencido de poder incluirlo en la actividad.

2. ¡Reflexiónese tan sólo sobre la enorme cantidad de lo que está ofrecido en la Sagrada Escritura en el Antiguo y el Nuevo Testamento, y junto a esto, la enorme cantidad de libros verdaderamente exegético—espirituales! ¡De modo que si todo esto se leyera conforme el grado de la actividad, realmente así, durante toda la vida, a lo sumo se llegaría a terminar con algunos pocos capítulos!”.

3. Pero Yo digo: Pues mirando el asunto desde este punto de vista, por supuesto, el que refuta tiene razón. Porque si sólo se quiere leer tanto —y no más— de lo que uno está más o menos convencido de realmente poder realizarlo, entonces, por supuesto, incluso también algunos pocos capítulos ya serían demasiado. Pero observando este asunto desde otro punto de vista, entonces el material reservado nunca será abundante, con lo que el lector inmediatamente puede transformar lo leído en realidad.

4. Porque también se podría decir, por ejemplo: Si cualquier campesino posee un gran campo de buena calidad que le produce una cosecha céntupla, ¿por qué no siembra todo este campo? Pues un décimo de este campo ya produce tanto como el agricultor necesita para sí mismo.

5. Pero Yo pregunto: Si este campesino siembra todo el campo con un buen trigo, y este campo le produce una cosecha céntupla donde la décima parte le basta para su propio sustento, ¿acaso las nueve décimas superfluas le resultarían en un detrimento? ¡Oh, seguro que no! Porque la mitad de la abundancia la puede repartir entre necesitados, los que le serán bien agradecidos; y la otra mitad de la abundancia la puede llevar al mercado. Y como se trata de cereales muy buenos encontrará muchos compradores que le pagarán precios ventajosos. De modo que con el dinero ganado puede llevar una buena economía doméstica y llegar a ser un campesino rico y de buena presencia.

6. ¡Ved, de este ejemplo se desprende claramente que si alguien en su interior tiene un buen campo, y para esto también una buena semilla en gran cantidad, entonces, que no sea mezquino en la siembra! ¡Porque el que siembra abundantemente, él también cosechará abundantemente; pero el que siembra mezquinamente, también tendrá una cosecha pobre! ¿Y qué hace falta para que la cosecha resulte buena? Una vez que tan sólo el suelo esté bien cultivado, entonces podéis sembrar en él tanto del buen grano como queráis, y aun así no habrá grano que se estropee en el buen suelo, sino cada tallo crecerá abundantemente.

7. Lo mismo pasa en este asunto — donde la lectura se refiere a la siembra espiritual de la Palabra.

8. Para la elaboración del campo espiritual, el ser humano no necesita más que los dos Mandamientos del Amor; con estos cultiva fácilmente su suelo espiritual. Una vez que este esté cultivado, cada uno puede sembrar en él como pueda o como quiera. O él puede leer tanto de lo bueno obtenido en su interior como ha podido hacerlo convenientemente — toda la Sagrada Escritura y todas las explicaciones referentes a esta—, y de todo esto no elegirá algo que no le garantice una cosecha abundante.

9. Pues la diferencia entre una lectura estéril y una que es fructífera consiste en:

10. Si por ejemplo, alguien quisiera trabajarse y despertarse exclusivamente mediante la lectura, entonces este intento se parece a aquello donde alguien quiere esparcir la semilla en un campo no preparado que ni siquiera está adobado ni arado. Y dado que las semillas apenas brotan, ¿acaso entonces no vendrán los pájaros del aire y en gran parte pronto se las comerán? Y una pequeña parte que cayó entre las hierbas malas del campo, ¿no será pronto asfixiada por la mala hierba, con lo que al final, a la hora de la cosecha, por ninguna parte se encontrará un solo grano que haya producido un tallo?

11. Como el labrador o lector no encuentra un beneficio por sus esfuerzos, ¿acaso no se va a poner malhumorado, y finalmente va a maldecir el campo y todo el grano sembrado que no le produce una cosecha?

12. Dicho con claridad: Gente como esta entonces llegará a ser infiel, se desentiende de la buena causa y finalmente toma todo por una mera estafa.

13. Pero otra cosa es si alguien antes ya por su verdadero Amor a Mí y al prójimo ha animado su propio espíritu — o más bien tras Mí le ha liberado. porque precisamente así ha abonado y arado debidamente su campo—. Entonces este lector no lee las Escrituras de Mi Gracia y Mi Misericordia para que estas antes que todo puedan cultivar un buen campo, sino que las lee por la razón que a Mí — El que en él ha despertado el espíritu por su Amor a Mí— continuamente de Cara a cara puede verme más y más, y por eso posiblemente crecer más y más en el Amor a Mí. y con este, también al prójimo...

14. En este caso, si él en su interior antes ya está Vivo, ¿acaso no encontrará cada Palabra Mía verdaderamente viva y eternamente verdadera? Pero si él antes no está vivo en sí mismo, ¿acaso no se morirá en él incluso la Palabra más Viva?

15. ¡Tirad piezas de oro en un charco que apesta, que la sal sulfurosa del charco disolverá las piezas de oro y también las convertirá en lodo guarro! Pero si al contrario, tiráis metales comunes en una auténtica tintura de verdadero oro, entonces al final todos parecerán idénticos al verdadero oro...

16. ¡Ved, precisamente este es el caso aquí! Mediante la lectura de Mi Palabra —como también por escucharla— cada ser humano para sí mismo como también para sus hermanos puede lograr un beneficio inimaginable, si él por la observación de las dos Leyes antes a sí mismo se ha convertido en una tintura de oro. Pero si él todavía sigue siendo un charco, con muchas piezas de oro tiradas en él seguramente no convertirá este charco en una verdadera tintura de oro.

17. Pues también consta: “Al que tiene, a él se le dará para que tenga en abundancia; pero el que no tiene, aun perderá lo poco que tiene” (Mateo 13:12). Por ‘tener’ aquí se entiende: Poseer un buen campo bien abonado y arado. o en sí mismo ser un recipiente perfecto, lleno de la verdadera tintura de oro, la que es un Espíritu vivo totalmente libre. Y por ‘no tener’ aquí se entiende: Sembrar una semilla en un campo no cultivado, donde el labrador no sólo no puede contar con una cosecha, sino incluso pierde la semilla que ha sembrado. Esto también significa ser en su interior un charco sulfuroso que aun por el oro tirado en él no sólo nunca podrá ser transformado en una verdadera tintura de oro sino, además, el oro tirado en el charco quedará perdido.

18. ¡Yo diría que esto ahora habrá quedado bien claro! El que con la Luz de esta Antorcha aún no ve la Verdad, difícilmente una vez podrá ser salvado de su catarata. Pero, como ya dije que el hombre ciego nunca tendrá luz en demasía, aparte de la dádiva de este Sol hacia el Final, Yo voy a juntar la luz de todos los soles centrales en un solo punto, para que de tal Luz impetuosa tanto mejor se pueda deducir con toda claridad quién, en realidad, resulta totalmente ciego. — Por eso, ¡próximamente más de tales invocaciones!

Fuente: Acla 2
Capítulo 2 de «Aclaraciones de Textos Bíblicos» recibido por Jakob Lorber

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