El dragón y la caravana comercial mundana

1. Apenas Yo había pronunciado estas palabras cuando Helias, que aún estaba con nosotros, se apresuró a venir a Mí, llena de miedo y ansiedad, y dijo: «¡Pero Señor, Señor, por todos los cielos, ¿qué es esto?! Observaba la caravana que viene del oriente, avanzando hacia nosotros con sus camellos y caballos de carga, ¡pero detrás de ella sigue otra caravana espantosa! En lugar de camellos y caballos de carga, se ven horribles dragones de fuego, y en lugar de hombres, aparecen auténticas figuras demoníacas, envueltas en serpientes llameantes y con una calavera adornando su pecho. ¡Oh, Señor, Señor, ¿qué significa todo esto de repente?!»

2. Ante este relato agitado de Helias, todos nos dirigimos al borde de la colina que daba al oriente y vimos aquella aparición nada agradable a la vista. Todos comenzaron a preguntarse con inquietud qué podría significar esto.

3. Entonces Yo dije:«¡Mirad y comprended! La caravana que avanza al frente está compuesta enteramente de comerciantes sumamente mundanos y ávidos de ganancias, algo que ya sabíais desde hace tiempo. Un comerciante de Damasco no es mejor que un ladrón y un asaltante de caminos. Estos comerciantes muestran todo tipo de cortesías a sus compradores para que les compren la mayor cantidad posible de mercancía a precios elevados. Pero una vez que el comprador ha adquirido sus productos, si no fuera por las estrictas leyes del mundo, ellos lo asesinarían sin dudarlo, recuperarían su mercancía y lo despojarían de su dinero y pertenencias. A pesar de tales intenciones y propósitos internos, son vistos como personas respetables y altamente estimadas por el mundo, y sus semejantes no pueden inclinarse lo suficientemente bajo ante ellos.

4. Pero para que vosotros, como mis discípulos y amigos, conozcáis mejor la verdadera naturaleza de estos hombres en su forma interior, abrí vuestros ojos espirituales. Así, visteis con vuestros ojos físicos la caravana mundana que avanza al frente, tal como la ve cualquier ojo humano sano; pero detrás de ella, contemplasteis la correspondiente caravana interior y espiritual.

5. Los dragones llameantes representan la ardiente codicia por poseer todas las riquezas de la Tierra. Los demonios que montan los dragones son los propios comerciantes como hombres del mundo. Su envoltura con serpientes simboliza su astucia, inteligencia y engaño en los negocios. Las calaveras en sus pechos significan la gran sed de muerte de estos verdaderos demonios mundanos. Pues, si les fuera posible, asesinarían sin vacilar a todos los hombres ricos para apoderarse de todos los bienes y tesoros de la Tierra de la manera más cómoda. Como este es el caso de estos comerciantes, y sé bien que todavía tenéis cierta estima por gente como ellos, tuve que revelároslos ante los ojos de vuestra alma.

6. Ahora que habéis visto esto en su más pura y absoluta verdad interior, cerraré nuevamente vuestra visión espiritual, y volveréis a ver solamente la caravana exterior, avanzando bajo esta colina. ¿Qué os pareció esta imagen?»

7. Nikodemo respondió: «Señor, ya he enviado a algunos de mis sirvientes con la orden estricta de que esta caravana no reciba alojamiento en mi posada bajo ningún motivo. ¡Sería un desastre para mi negocio darles cobijo a tales seres! Como alcalde, también tomaré medidas aquí mismo para asegurarme de que deban buscar alojamiento mucho más allá de nuestro pueblo. ¡Seres como estos contaminarían nuestro lugar, que de otro modo es muy acogedor, hasta el punto de hacerlo inhabitable! Ah, esto requiere acciones drásticas e inmediatas para alejar tal calamidad de nuestra comunidad. Señor, ¿no es lo correcto?»

8. Dije: «Haces bien en no alojarlos en tu posada; pero expulsar a la caravana de todo el pueblo sería imprudente. Primero, porque está protegida por las leyes romanas de libre comercio, que garantizan la circulación de los mercaderes. Segundo, porque en este lugar hay muchas personas cuya naturaleza interior no es en absoluto mejor que la de estos comerciantes, por lo que no corren ningún riesgo de volverse aún peores de lo que ya son. Y tercero, porque incluso con estos damascenos se pueden hacer algunos intentos para ver si acaso su modo de pensar podría cambiar, aunque sea en parte. Pues en este mundo, la mejora y el arrepentimiento todavía son posibles para ciertos hombres malvados, mucho más que lo serán algún día en el más allá, cuando sus almas queden desnudas.

9. Así que abandona tu segunda intención. Pero en cuanto a la primera, como ya te dije desde el principio, estoy completamente de acuerdo. Nosotros y ellos, bajo un mismo techo, no habríamos podido convivir en armonía. Porque el cielo y el infierno deben permanecer bien separados. ¿Estás ahora conforme con mi consejo?»

10. Nikodemo respondió:«Oh Señor, sin duda; pero lo que realmente me resulta amargo y molesto es saber que incluso en este lugar, que tanto amo, hay personas cuya forma de pensar es idéntica a la de los comerciantes de Damasco».

11. Dije Yo:«Mira, un poco más atrás están los siete a quienes salvé de morir de hambre en aquella vieja cabaña del rico Barabe. Enviaron a sus hijos desnudos a los ciudadanos de este pueblo para ver si alguien se apiadaba de ellos, pero solo encontraron corazones de piedra. Siendo así, ¿cómo puedes sorprenderte de que no pueda dar un mejor testimonio de los habitantes de este lugar? Y si te mostrara a los grandes hombres de Jerusalén con la visión interior, ¿qué dirías entonces?

12. Por eso Yo os digo: este mundo es en todo igual al infierno, solo que aquí está oculto a los ojos de los hombres, así como también el cielo está velado en palabra y acción. Aquí, el cielo todavía puede influir sanadoramente sobre el infierno; pero donde ambos se muestran en su total desnudez, esa influencia es débil o, en el peor de los casos, completamente imposible».

13. Cuando los dos fariseos vinieron aquí, trajeron consigo, aunque sin saberlo, la plenitud del infierno. Pero al llegar aquí, también entraron sin darse cuenta en la plenitud del cielo.

14. El cielo, al igual que el infierno, tiene tres grados o niveles.

15. Los siete egipcios del Alto Egipto representaban el grado más bajo del cielo de la pura sabiduría, y solo en este podían dar su primer paso los espíritus infernales de Jerusalén. Allí comenzó a encenderse en ellos una luz, y se dieron cuenta de que estaban completamente sumidos en las tinieblas del infierno. A medida que tomaban mayor conciencia de esto, descendió hacia ellos la luz del segundo grado del cielo en la persona de Rafael, y comenzaron a sentir la necesidad de abandonar su maldad y volverse hacia la luz. Cuando se vieron reflejados con claridad en la intensa luz de la sabiduría y el amor del segundo cielo, experimentaron un verdadero arrepentimiento, y en ellos surgió el anhelo de llegar hasta Mí, que represento el grado supremo del cielo. Y cuando finalmente fui a ellos, se convirtieron de inmediato y ahora se encuentran como candidatos al primer grado del cielo.

16. Si, en cambio, los hubiéramos expulsado de inmediato con nuestro poder, tal como llegaron aquí en su condición de verdaderos demonios, seguramente no se encontrarían ahora en la dichosa posición en la que están. Y lo mismo ocurre con los comerciantes de Damasco que ahora están en la ciudad sin sospechar siquiera lo cerca que han estado del Reino de Dios. Sin embargo, al estar entre ellos, pronto encontraremos la oportunidad de hacerles percibir aunque sea un atisbo de esta cercanía, y entonces veremos qué más se podrá hacer con ellos.

17. Pero ahora que los comerciantes en su mayoría ya han encontrado alojamiento, dejemos este monte y vayamos por una hora a tu casa. Luego iremos a tu posada, donde tomaremos la cena, y entonces veremos qué más hay por hacer».

18. En ese momento, Agrícola dijo:«Señor, ¡no veo por ninguna parte a nuestra juventud! ¿Acaso ya han bajado?»

19. Respondí:«Pero, querido amigo, ¿no escuchaste lo que antes dije a Lázaro? ¿Cómo puedes preguntarlo otra vez? Los jóvenes ya están perfectamente atendidos y se encuentran en la posada, bajo la fiel custodia de Rafael. Puedes estar completamente seguro de que no les faltará nada. Pero ahora es el momento de partir y bajar al pueblo. ¡En este monte ya nadie debe preguntarme nada más! ¡Así sea!»

Fuente: El Gran Evangelio de Juan, tomo 7, cap. 170 “La caravana comercial de Damasco”, recibido por Jakob Lorber.
https://jakoblorber.webcindario.com/audiolibro/Libros/Gran%20Evangelio%20de%20Juan/Gran%20Evangelio%20de%20Juan%2007.htm#c170

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