Sobre los sueños
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Sobre los sueños comunes
Dice el Señor:
«La forma más común y bien conocida de todas los tipos de visiones son los sueños nocturnos comunes.
Aquí cabe preguntar: ¿Quién sueña en realidad y qué son las imágenes del sueño?
En el sueño común, solo sueña el alma, y este soñar no es otra cosa que una visión confusa del alma en sus propias relaciones, las cuales no tienen conexión entre sí, sino que, de forma similar a las imágenes en un caleidoscopio, cambian con cada movimiento y nunca vuelven a aparecer de la misma manera.
Este mirar desconectado de las relaciones y las imágenes de estado en su interior tiene su razón en que el alma misma está fuera de conexión tanto con el mundo exterior como, especialmente, con su propio espíritu.
Este tipo de visiones no tiene para el alma otro propósito que el de hacerle recordar, después de un sueño, cómo se encuentra ella misma en un estado absoluto.
Cuando recoge los sueños, e incluso los anota cuando es posible, el alma puede tener un buen retrato de sí misma; porque le muestran cómo está en su interior, cuáles son sus deseos principales, qué busca, y cómo es en general su estado, y también cómo será cuando esté completamente fuera de la carne (en el más allá).
Este tipo de sueños no son provocados ni por espíritus infernales ni por espíritus celestiales en el alma, sino que son productos propios del alma, de los cuales ella se acuerda más o menos, o incluso nada, lo cual, en un ser humano aún totalmente natural, depende principalmente de cómo esté constituido su espíritu nervioso. Si se inclina más hacia el alma, la persona recordará casi todos los sueños con detalle; pero si se inclina más hacia la carne y generalmente duerme con ella, la persona tendrá poco o ningún recuerdo de sus sueños, lo cual es común en aquellas personas que son muy sensuales y groseramente materiales.
Fuente: La Tierra, cap 67, vers. 4-10, recibido por Jakob Lorber
Sobre los sueños lúcidos
Dice el Señor:
«Pero la situación es muy diferente con ciertos sueños lúcidos, en los cuales al soñador le parece que la visión es la realidad, de tal modo que, al despertar, apenas puede aclararse si fue un sueño o realidad. Este tipo de visiones o sueños no pertenecen al alma, sino a los espíritus que la rodean, ya sean de naturaleza buena o mala. Si son de naturaleza mala, el alma, y a través de ella también su cuerpo físico, despertarán exhaustos de tal sueño; pero si estas visiones son obra de buenos espíritus, entonces, al despertar, el alma y el cuerpo se encontrarán en un estado fortalecido.
Ambos tipos de estas visiones están permitidos por Dios solo para el propio beneficio, no para el daño del alma; en las visiones malas el alma debe encontrar una advertencia, en las buenas un fortalecimiento.
Estas visiones son tan vividas porque los espíritus que las provocan primero separan el "espíritu nervioso" de su servicio material (el "espíritu nervioso" es desconectado del cuerpo físico) y lo conectan con el alma. En tal estado, el alma experimenta un sentido de naturalidad, porque está en conexión con su "espíritu nervioso", de tal manerta que el alma tiene más fuerza para captar y retener imágenes más intensas y significativas.
Visión de los sonámbulos
A esta clase de visiones internas pertenece también la visión de los sonámbulos, así como —como ya se les ha explicado (leer capítulo sobre el sonambulismo)— la visión en la llamada narcosis de éter de azufre. Estas visiones tienen ya en sí mismas una cierta conexión y orden, porque los espíritus que rodean al alma le sirven ya un vino más puro (metáfora que significa que los espíritus mostrarán más claramente la realidad del mundo interior del alma).
En tales visiones, los espíritus a menudo muestran a la alma los eventos futuros, lo cual no es difícil para los espíritus, ya que primero conocen el orden de las cosas, en el cual deben seguirse de manera inalterable, y segundo, porque ellos mismos son los ejecutantes de ese orden.
Es como si uno de ustedes entrara en una casa ajena: probablemente no sabría lo que el dueño de la casa hará hoy, mañana o pasado mañana; pero el dueño de la casa sí lo sabe, porque debe estar enterado de sus asuntos. Si él les dice lo que hará, ustedes lo sabrán. Así también, ustedes no pueden saber lo que los espíritus harán en este año, porque son forasteros en la casa de los espíritus; pero si los espíritus de un alma lo revelan, esa alma sabrá lo que ocurrirá. Para que los espíritus de un alma puedan dar tal revelación, deben primero prepararla para ello, y esta preparación es precisamente la que se describió arriba.
Por lo tanto, se puede tomar como valioso este tipo de visión; sin embargo, nadie debe aferrarse a ella, como lo hicieron los paganos con lo que llamaban un destino inexorable (imposible de cambiar), porque a pesar de todo, nadie debe verse afectado en su libertad de voluntad. Si alguien desea algo diferente a lo que los espíritus le han mostrado en esa visión, solo debe acudir a Mí (el Señor Jesucristo), para que la situación cambie, y se cambiará, si la persona cree y confía en Mí; porque solo Yo puedo cambiar todas las cosas en cualquier momento.
Y si Yo mismo dijera: "Mira, mañana haré esto y aquello", pero tú tomas amor y confianza en Mí y Me pides que lo cambie, Yo lo haré tal como pides, y no causará daño a nadie; porque Yo puedo usar todas las circunstancias, estados y cosas de la manera que desee, y mil como uno me sirven, y un día es como un año, y mil años como un día.
Por lo tanto, nadie debe asustarse demasiado por estas visiones que no son tan raras; si son buenas, no hay razón para temer, y si son malas, pueden ser cambiadas. Naturalmente, quien crea firmemente y no confíe más en su visión que en Mi poder, entonces ciertamente sucederá el "fiat" (hágase).
No confundir sueños comunes con sueños lúcidos
Pero la mente humana es tan débil que de los sueños más simples, fácilmente y a menudo saca conclusiones sobre eventos futuros, y las personas ya se han hecho una regla según la cual ciertos sueños deben predecir ciertos sucesos; lo cual es, de manera natural, tan extremadamente necio como la persona que regula tales sueños. Hay sueños de agua, que presagian la muerte de algún pariente o conocido. El fuego trae una mentira o una alegría. Los sueños de pan, estiércol y bodas se consideran presagios de muerte en la familia. Si alguien sueña con abejas, habrá un incendio; si sueña con hormigas, habrá inundaciones, o la persona tendrá muchas preocupaciones. Si sueña con langostas, grillos o aves voladoras, eso significa guerra, y así sucesivamente, con una gran cantidad de tonterías, sin contar los sueños de la lotería.
Estas imágenes que se presentan al alma en los sueños son en realidad reflejos del estado del alma, pero de ninguna manera son profecías de eventos futuros.
¿Cuánto se necesita para que una persona tenga tantos parientes, amigos y conocidos como hay días en un año, a veces diez veces más, y que de algunos cientos o miles, algunos mueran en un año? Si alguien sueña con agua, pan, estiércol o bodas, seguramente ese sueño se refiere al difunto, haya muerto 14 días antes o después. Lo mismo sucede con todos los demás sueños. Alguien soñó con una gran cantidad de langostas, y ahora está medio temeroso y medio ansioso por una guerra. Pero como nada se mueve en su país, y nada en los países vecinos, lee los periódicos y, ¡he aquí! lee un artículo que dice: "Guerra entre marineros ingleses y sus colonos con los nativos en Zealand", y se golpea la frente con dramatismo y dice muy seriamente: "¡Miren, mi sueño ya se ha hecho realidad! Recientemente soñé con langostas, eso significa guerra, ¡y en efecto, hay guerra en Nueva Zelanda!" Si nuestro lector se hubiera esforzado un poco más, seguramente habría encontrado más guerras en los periódicos al mismo tiempo.
Vean, tal fe es un mal que puede dañar mucho al alma, porque la alma se acostumbra a abandonar la confianza en Mí en tales momentos. Y cuanto más se enraizan tales scrúpulos visionarios proféticos en el alma, más debilitan la fe, la confianza y el amor hacia Mí. Aunque tales sueños sencillos solo pertenecen al alma, las interpretaciones tontas pertenecen a una malvada horda de espíritus. Estos espíritus se aprovechan del cuerpo en tales ocasiones como las moscas sobre un montón de basura, succionan de ella estas visiones espirituales y luego llenan el alma con estas profecías absurdas, que en sí mismas no son más que el desperdicio de estas malvadas moscas espirituales, a través de las cuales la alma es a menudo tan recubierta como las ventanas de una habitación por las moscas, de modo que al final no puede pasar la luz del sol, o solo con dificultad, como tampoco puede entrar el rayo de gracia desde Mi sol hacia el alma, porque está demasiado cubierta por tales tonterías.
Es por eso que les estoy diciendo esto, para que sepan lo que deben pensar en el futuro acerca de los sueños y también de otras visiones, que se tratarán más ampliamente más adelante. Cada aparición ciertamente tiene su causa correspondiente, así como su propósito, pero no se trata de una tontería imaginada. Por lo tanto, continuaremos con esta reflexión más adelante».
Fuente: La Tierra, cap 67, vers. 11-24, recibido por Jakob Lorber
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