¿Cómo reconocer al Autor de la Nueva Revelación a Lorber?

Hay personas que han necesitado unos 20 años para reconocer al autor de la Nueva Revelación dictada a Jakob Lorber, y está bien. Otras han necesitado menos tiempo, y también está bien. Y otras no consideran que sea auténtica, y también está bien.

Si recordamos lo que el apóstol Pablo dijo:

“No desprecien las profecías. Examínenlo todo; retengan lo bueno”.

1 Tesalonicenses 5:20-21

Aquí entendemos que Pablo está alentando a los creyentes a no rechazar o despreciar las profecías (también traducido como revelaciones en algunos contextos). Sin embargo, también les aconseja discernir lo que escuchan, evaluando todo y quedándose con lo que es bueno y verdadero.

Según este consejo paulino, por tanto, podría ser útil examinar esta revelación. Ahora veamos la promesa que hizo el Señor:

“Mas el Consolador, el Espíritu Santo, a quien el Padre enviará en Mi Nombre, Él os enseñará todas las cosas y os recordará todo lo que Yo os he dicho”.

Juan 14:26

Aquí, Jesús promete enviar al Consolador, también conocido como el Espíritu Santo, quien les enseñará y les recordará sus enseñanzas.

“...os recordará todo lo que Yo (Jesús) os he dicho”

¿Cuándo vendrá ese consolador?

Probablemente ya haya venido para muchos en forma personal. Pero en forma general, ¿llegará ese Consolador?

Y esto es exactamente lo que esta Revelación a Lorber significa, y es dada directamente por el mismo Señor Jesucristo, y como Autor de ella veremos que el Señor habla en primera persona en Su Revelación.

Por ejemplo, en la obra “La Infancia y Juventud de Jesús” dice el Señor:

«Viví el tiempo conocido hasta los treinta años como vive todo muchacho de buena educación, luego como joven y luego como hombre, y tuve que iniciar Mi vida primero despertando la divinidad dentro de Mí —como todo ser humano debe despertarme a Mí dentro de sí mismo— a través de andar el camino de la vida de acuerdo a la ley de Moisés.

Yo Mismo tuve primero que comenzar a creer en un Dios como lo hace cualquier otro ser humano decente; y luego tuve que agarrarlo cada vez más con la ayuda de todo tipo de abnegación imaginable y de un amor cada vez más poderoso y, por lo tanto, dominar gradualmente a la Divinidad hasta que se vuelva completamente sumisa a Mí.

Así que Yo, como el Señor Mismo, fui un modelo viviente para cada ser humano, de tal manera que ahora cada ser humano puede vestirse de Mí tal como Yo Mismo me vestí de la Divinidad que está dentro de Mí, y también cualquiera, de forma voluntaria, puede volverse completamente Uno Conmigo a través del Amor y la Fe; de la misma manera como Yo Mismo, Dios-hombre, soy completamente Uno con la Divinidad en toda plenitud y sin límites.

Pregunta: considerando que Él fue solamente un ser humano durante esos años de Su Vida, ¿de qué manera se relacionan entonces los milagros del niño Jesús, su actividad espiritual divina con su humanidad aislada en los años de la adolescencia y la edad adulta con los milagros realizados durante esa etapa de Su Vida? Como respuesta que sirva la observación de un árbol desde la primavera hasta el otoño.

En primavera, el árbol florece maravillosamente, manifestándose a sí mismo a través de una gran actividad. Después de que la flor cae, el árbol pasa de nuevo a un estado como si estuviera inactivo. Hacia el otoño, sin embargo, el árbol vuelve a presentarse en su máxima actividad: los frutos, ciertamente maravillosos, son sazonados, coloreados, más hermosos que la flor anterior, y así maduran, y la bendición, que se les da, los liberará de sus ataduras, y caerán como tales en el seno de los niños hambrientos.

Únicamente con el ojo del corazón uno podrá captar esta imagen, pero jamás con los ojos del intelecto mundano. Los pasajes bíblicos dudosos o cuestionables pueden explicarse con demasiada facilidad, tan pronto uno se vuelve puro de corazón, esto es, sin acercarse a la Divinidad de Jesús, sino aferrándose a Ella en la fe del corazón, que es la Luz del Amor de Dios. Es decir, la plenitud de la Divinidad no se unió con el hombre Jesús de una sola vez, como de un solo golpe, sino —como todo bajo la dirección de Dios— sólo gradualmente, como el despertar gradual del espíritu divino en el corazón humano, y sólo finalmente tuvo lugar a través de la muerte en la cruz. Aunque la Divinidad en toda su plenitud ya habitaba en el niño Jesús, pero sólo aparecía para obrar milagros en tiempos de emergencia o necesidad.

La muerte corporal de Jesús es la más profunda condescendencia de la Divinidad dentro del juicio de toda la materia y, por tanto, abre el camino para una creación completamente nueva de la relación entre el Creador y la criatura.

Sólo a través de la muerte de Jesús, Dios mismo se hace plenamente humano, y el ser humano creado se vuelve un hijo de Dios, es decir, uno recién engendrado desde la más alta Gracia divina, es decir, un Dios.

Recién así puede, por tanto, como criatura enfrentarse a su Creador como su imagen perfecta, y en este su mirar, hablar, reconocer y amar a Dios, al Creador y Padre sobre todas las cosas; y sólo de esta manera podrá alcanzar la vida perfecta, eterna, indestructible en Dios, fuera de Dios y junto a Dios. Y, como resultado, el poder de Satanás (es decir, la mala voluntad) también se ha quebrantado hasta tal punto que ya no puede impedir el acercamiento total de la Divinidad a los seres humanos, y viceversa, estos últimos igualmente a la Divinidad.

Para decirlo aún más brevemente: a través de la muerte de Jesús, el hombre ahora puede fraternizar plenamente con Dios, y Satanás ya no puede poner impedimentos. Es por eso que la Palabra dada a las mujeres que visitaron la tumba del Señor dice: "¡Id y anunciad a mis hermanos!" — La manipulación de Satanás en la forma externa bien puede ser aún perceptible, pero la cortina que ya se rasgó, la que estaba entre la Divinidad y la gente, ya jamás se puede volver a reconstruir y así tampoco restaurar de nuevo el viejo abismo infranqueable entre Dios y el hombre.

Y así, tras esta breve aclaración del tema, toda persona que piensa y ve con el corazón puede comprender muy fácil y claramente los beneficios infinitos de la muerte corporal de Jesús. Amén».

Fuente: Infancia y Juventud de Jesús, prefacio, recibido por Jakob Lorber. (IJJ 0)

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