Un
hombre, que quiere casarse, visita a los padres de una joven, para
pedirles la mano de la hija. Pero la joven y los padres no notaron
amor en él y, al contrario, se dieron cuenta que él estaba más
interesado en las riquezas de la joven. ¿Ganará, de esta manera, el
amor de la joven? ¡Difícilmente!
Porque
“quien no tiene Amor, difícilmente encontrará un amor
correspondido. Pero quien busca, lleno de Amor, al amor
correspondido, lo encontrará; Y una vez que lo encuentre, que no le
dé la espalda, si éste viene con toda alegría y en acción.”
El
Señor nos da el ejemplo. Vino a nosotros, sin que Le llamáramos,
por puro Amor, y nos muestra Su Amor incondicional, sin esperar
ninguna recompensa. Si Le reconocemos y Le correspondemos, yendo
donde Él, con todo Amor, Él aceptará nuestro amor también con un
Corazón alegre. Y no despreciará cenar con nosotros.
Igualmente,
podemos ir a los hombres y mostrarles amor sin esperar recompensa. Si
ellos nos corresponden, con todo Amor, entonces es bueno aceptar lo
que ellos nos ofrecen, pero siempre con cordura y medida. Esta
actitud de vida hará difundir el Reino de Dios en la Tierra y ya no
habrán más tribulaciones.
gej10.84.10-12
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