La opresión en el corazón


El hombre sensato es aquél que toma conciencia que su vida está llena de tribulación y toma refugio en Dios.

El refugio consiste en (1) la Oración enseñada por el Señor, (2) el ayuno de las apetencias mundanas y (3) la lectura de la palabra de las escrituras.

De esta manera consigue un gran anhelo de ser liberado de la gran tribulación espiritual en la que se encuentra.

Pero lo toma muy en serio, porque ve, dentro de sí, la gran cantidad de dudas oscuras, entonces Jesús empieza a actuar desde el exterior (como un Vencedor de la muerte y de todos los infiernos a través de las obras de salvación) y le entrega al hombre cruz y sufrimiento, que provienen de Su Misericordia y de acuerdo a Su Sabiduría.

El mundo y sus alegrías le sabrán al hombre sensato tan amargas, tanto que tendrá una total repugnancia de todo lo mundano y empezará a anhelar la liberación de la vida de sufrimientos.

En ese proceso, las bestias (pecados que cobraron vida en el corazón) ya no reciben más, en el alma, alimentos del mundo exterior lleno de pecados.

Estas bestias se debilitarán y se secarán casi por completo en los órganos del alma y, a través de esto, pasarán completamente a un estado de inconsciencia.

Entonces el Amor misericordioso de Jesús, que actúa exteriormente liberando al alma, empieza a fluir en los órganos enfermos (del cuerpo y del alma) e ilumina a todos los órganos.

Y sucede entonces, que el alma, que percibe dentro de sí a este sinnúmero de bestias pecaminosas, se asusta, lo cual se manifiesta a través de angustia y opresión del corazón y también de una contracción interna en el tórax, en la zona del estómago, y, dentro de este dolor humillante.

Es el momento en donde el alma pide a Dios Gracia y Misericordia, lo que se expresa a través del arrepentimiento verdadero, en el Amor de crucifixión.

Recién aquí el espíritu del hombre percibe este proceso y comienza a avivarse dentro de la vesícula en donde se había retirado en el pasado, antes que empezara la tribulación.

Ahora, a través del amor misericordioso de Dios, el hombre recibe claramente en su memoria, las leyes de Dios, desde la primera hasta la última, que le exhortan seriamente y le invitan a la obediencia rigurosa de las mismas para que pueda volverse humilde y negarse a sí mismo, hasta lo más profundo de su interior.

Proceso que se asemeja como cuando una lavadora refriega la ropa haciéndola pasar a través de rodillos angostos, para que así, incluso las más pequeñas partículas de suciedad, sean llevadas por las aguas en el tejido durante el escurrido. Esto lo repetirá tantas veces como se observe alguna turbiedad en el agua.

Recién después expondrá la ropa ante los rayos del sol, para que se lleven, mediante evaporación, aun las últimas gotas de suciedad, y con la ayuda de los vientos puros, salgan en todas las direcciones, haciéndolas desaparecer.


Fuente: “Qué es la redención”
Dádivas del Cielo, tomo 3
(dadi3.400617.15-18)

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