El camino de la abnegación

1 Zorel continuó: «Ahora el amigo me dice: “¡Ven Zorel, abandona este lugar, voy a llevarte a otra región!”.
2 Me voy con el buen amigo a una región muy lejana del lago. Ahora andamos por una avenida preciosa en la que los árboles se inclinan ante el amigo al que estoy siguiendo. Él debe ser un personaje muy importante en el reino de todos los espíritus. Oh, ¡algunos de estos árboles casi se rompen por su fuerte inclinación!
3 También tú, Zinka, nos acompañas; pero tienes una apariencia nebulosa y parece que no ves que los árboles se inclinan delante de mi amigo. Esto es extraño para el mundo, ¡pero aun así es pura verdad!
4 Qué cosa más extraña, ¡ahora incluso los árboles se ponen a hablar! Pues, murmuran en voz inteligible y clara: “¡Salve al Santo de los Santos! ¡Salve al Rey de los Cielos, desde la eternidad a la eternidad!”.
5 ¿No te parece esto muy extraño? Lo que me resulta fastidioso es que tú haces como si no vieras nada de todo esto o como si se tratara de un fenómeno completamente habitual para ti...
6 El amigo ante quien los árboles se inclinan y le alaban en voz alta, me dice que lo que nos sigue -lo que se parece a ti- no eres tú mismo sino solamente una imagen borrosa de tu alma que se produce únicamente en nuestro ámbito.
Dice que de tu alma salen ciertos rayos vitales como de una luz. Tan pronto como estos tocan a nuestra esfera, toman forma de una manera parecida a los rayos que, durante el día, salen de un hombre y caen sobre la superficie de un espejo; pues, en este instantáneamente toman la forma de aquel hombre del que habían surgido.
7 Voy a fijarme en tus pies para convencerme que no vas andando, sino que sólo nos sigues flotando como una sombra. Pues sí, ¡no mueves ni los pies ni las manos y aun así nos sigues flotando a una distancia de unos siete pasos. Ahora comprendo por qué no ves cómo los árboles se inclinan y cómo no oyes su murmullo maravilloso.
8 Pero la avenida se vuelve más y más estrecha y los árboles más y más pequeños, aunque a la vez están más juntos los unos con los otros. Pero aun así no dejan de inclinarse ni de murmurar.
El camino se vuelve cada vez más pesado. Ahora la avenida se ha quedado tan estrecha y el camino tan espinoso y lleno de broza que nos cuesta mucho avanzar. Aún no se ve el final, a pesar de que el amigo dice que pronto habremos llegado a su término.
Los arbustos están cada vez más juntos y el suelo es completamente pedregoso; y entre las piedras crecen en todas partes espinos y cardos, de modo que cuesta cada vez más continuar.
9 Pregunto al amigo por qué hemos tomado un camino tan increíblemente malo, y me responde: “Mira al lado izquierdo y al lado derecho y en ambos lados vas a descubrir un mar con una profundidad insondable.
A pesar de que en su final resulte muy estrecho y espinoso, este es el único istmo sólido que se extiende entre estos dos grandes mares sin fin y que une todo el mundo terrenal con el gran paraíso de los bienaventurados en el Más Allá. El que quiere llegar allí debe prestarse a tomar este camino porque no hay otro”.
10 Ves, Zinka, esta respuesta sorprendente me dio el amigo y guía a mí que soy una nulidad. Todavía le digo: “También en el mundo hay muchos caminos muy malos, pero allí los hombres se sirven de picos y palas, y mejoran el camino. Aquí, ¿por qué no se hace lo mismo?”.
11 El amigo me responde: “Precisamente porque este matorral enorme protege esta lengua de tierra contra las tempestades marinas. Si esta lengua de tierra sólida no estuviese protegida con este matorral tan denso, las enormes olas de los mares en ambos lados hace mucho tiempo que se la habrían llevado completamente.
Pero como los matorrales al crecer se han ramificado tan intensamente, especialmente hacia las dos riberas, las olas grandes y fuertes se rompen en ellos y depositan en el ramaje espeso su espuma, la que paulatinamente se petrifica. De esta manera la lengua de tierra tan importante se consolida más y más.
Esta lengua de tierra se llama humildad y verdad fundamental. Y consta que ambas, la humildad y la verdad, nunca han dejado de ser espinosas para el hombre”.
12 Ve, Zinka, así ha hablado el amigo, y ahora en mi interior se está aclarando de una manera muy extraña; empiezo a notar que en mi corazón hay algo que empieza a moverse...
Lo que se mueve es una Luz que en mi corazón tiene una forma como la de un embrión en el cuerpo maternal. Es absolutamente pura, ¡lo veo! Ahora se vuelve más grande y más fuerte. Oh, ¡qué Luz más magnífica y pura! ¡Seguro que es la real llama vital de Dios en el verdadero corazón del hombre! Sí, ¡así es! Está creciendo continuamente... Oh, ¡el bien que me está haciendo!
13 Todavía seguimos el sendero estrecho; pero ahora ya no me molestan los matorrales ni las espinas, ni tampoco siento dolor cuando me pincha o roza una espina. Los matorrales disminuyen, los árboles vuelven a ser más grandes y de nuevo se forma una avenida preciosa. Ahora ya no hay más matorrales y la lengua de tierra se ensancha, las riberas de los mares se alejan más y más de nosotros. Aunque sea a una gran distancia, ya veo un paisaje magnífico con montañas hermosas, y las montañas las veo envueltas en una aurora maravillosa...
Aún no hemos salido de la avenida que se ensancha y engrandece cada vez más, y los grandes árboles aún no han dejado de inclinar sus copas majestuosas ante mi amigo y guía. Su murmullo suena ahora como el sonido encantador de unas arpas perfectamente afinadas...
14 ¡Oh Zinka! ¡Aquí todo es indescriptiblemente maravilloso! Sólo que tú todavía nos sigues, flotando, mudo como antes; pero esto no lo puedes cambiar, porque no lo eres tú mismo sino sólo tu imagen borrosa. ¡Si tan sólo pudieras ver todo esto, conservar vivamente las buenas características y llevártelas a tu vida terrenal! ¡Qué hombre más memorable serías!
También yo podría serlo, pero como de todo esto no me quedará nada en la memoria...
El amigo me dice que con el tiempo el recuerdo vivo de todo eso me será restituido, sólo que antes aún tendré que pasar este camino espinoso en mi cuerpo carnal - un camino que se me presentará». 

gej04.052

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