La importancia del conocimiento de lo malo

1 Yo, mejor que nadie, sé que a algunos no les va a gustar mucho estos relatos que son algo demoníacos, pero también sé que algunos se tropezarán con alguna aparente contradicción. Pero esto no afecta el tema. El que está sentado le va mejor que el que tiene que estar de pie. Una cama cómoda es también mejor que una piedra debajo de la cabeza. Por eso quien esté sentado o acostado sobre la cama cómoda que quede así, porque le va bien de esa manera. Pero nosotros no deseamos ni estar sentados ni acostados, y mucho menos estar de pie detenidos, sino caminar y, para ser más exactos, caminar avanzando y no retrocediendo. Por eso, que no nos importe si nos enteramos de algo que tenga un sabor algo amargo, pero que es muy saludable para nuestro espíritu. 

Porque si ya es difícil pelear contra un enemigo que se ve y se conoce, ¡cuánto más difícil es una pelea contra un enemigo al cual no se le ve ni se le conoce! 

Por eso es también necesario conocer al enemigo para saber cómo hacerle frente para así salir victorioso ante la lucha eminente. 

2 Una vez que el grano ha sido separado de la paja y almacenado en el granero, entonces ya se puede atar y quemar la paja y esto no le afectará en nada al grano ni al granero. Por eso, si alguien ha encontrado la Gracia Conmigo, entonces ha sido colocado bajo protección en el mejor granero como grano de trigo vivo y espiritual. Y si su paja corporal recibe algunas rajaduras por parte de Satanás, esto no dañará al espíritu. 

3 No se necesita demostrar que no es  agradable para el lector y el dador de la Palabra cuando se muestra ante los ojos de los vivos situaciones satánicas y sus efectos. 

Pero un buen farmacéutico tiene que poder manejar con habilidad, no sólo las esencias puras de vida, sino también todo tipo de veneno; de lo contrario no sería un farmacéutico hábil. 

Por eso es de suma importancia, para la vida eterna del espíritu, conocer desde sus bases tanto el infierno como el cielo. 

4 ¿Quién de vosotros sería tan necio de contratar una lavandera para que lave ropa limpia? Al contrario, se contrata a la lavandera para la ropa sucia, porque lavarla es una obligación conforme al orden. 

5 Por eso, ni los espíritus angelicales ni los hombres van a limpiar y barrer el cielo, sino solo lo que desde el pasado estuvo y permaneció sucio. 

6 Pues, es más necesario conocer con mayor precisión el lugar de la suciedad que el de la pureza. Porque sólo el primero tiene que ser procesado. Una vez que se vuelva limpio, entonces el cielo vendrá por sí solo. 

7 Una doctrina sería también muy tonta y necia si diera un mandamiento a alguna comunidad humana en la que ella tenga que resaltar constante y exclusivamente su parte buena y elogiarla por sobre la medida; y que nunca busque meditar sobre lo malo ni que se reprenda a sí misma por sus errores. 

Lo bueno no necesita que lo resalten ni que lo elogien porque lo bueno se distingue y se elogia automáticamente. 

Pero sí es muy necesario, que cada hombre haga la caza de sus malos pensamientos, pasiones y obras y las mate como si fueran animales salvajes en el bosque mundano del desorden. Todo esto para que se cumpla en él el dicho: "Y cuando hayáis hecho todo, reconoced: ¡Siervos inútiles somos!" (Lucas 17,10).

8 Y, a decir verdad, es mucho mejor decir: "¡Señor, ten piedad y misericordia conmigo que soy un pobre pecador!" que decir: "¡Señor, te agradezco que no soy como otra gente, como por ejemplo ese publicano y todo tipo de pecadores que hay por allí!" (Lucas 18:9-14)

Porque de otra manera uno se asemejaría a un fariseo soberbio o a un monje del claustro que es extremadamente necio. O también al hombre que peregrina hacia una estatua o imagen de idolatría y que se santigua con toda seriedad tanto ante el diablo como al crucifijo. 

9 Juzgad por vosotros mismos, qué es más necesario entre estas dos posibilidades: 

¿Conocer el piso sobre el cual se camina, o el firmamento contra el cual jamás nadie se ha golpeado la cabeza? 

El piso nos lleva y nos soporta. Por eso debemos averiguar qué firmeza tiene, saber si existen precipicios en los que podemos caer y, si los hay, de qué manera podemos evitarlos. 

10 ¿De qué le serviría a alguien si tuviera ante su nariz todo el cielo revelado como una enciclopedia abierta y se tropezara en el camino contra una buena piedra, la más próxima, cayéndose sobre su nariz junto con todo su cielo? 

11 Naturalmente es mucho más exquisito, da más alegría y es más edificador navegar con los ojos por el cielo estrellado que por el suelo que está lleno de suciedad e inmundicia. 

Habría que preguntarle a alguien, que se ha acostumbrado a navegar con sus ojos solo a través de las estrellas pero que ha caído en un pozo de excrementos: 

¿cómo retirará la suciedad de su vestimenta? ¿Lo hará con la ayuda de las regiones estelares? ¿O del agua pura que se encuentra sobre el suelo terrestre? 

Yo pienso que para esta tarea no será necesario ninguna de las doce constelaciones del firmamento, tampoco de Orión, Casiopea, Castor o Polux, sino tan solo de agua o, si es que la suciedad no es mucha, de un cepillo, un instrumento hecho de madera y cerdas que provienen de los animales más impuros pero que para la limpieza es mucho más apropiado que Orión, Casiopea, Castor y Polux. 

12 Como ya se dijo anteriormente, por supuesto que no es algo agradable dar a conocer el infierno, el diablo y a Satanás. Pero si alguien tiene que pasar durante un tiempo en la casa de estos señores para conocer el lugar que deberán limpiar en el futuro junto con estos malos señoríos de esta casa, entonces sería la mayor necedad hacer aquí una señal de la cruz con el fin de protegerse como una oruga de todos estos diablos, en vez de aumentar diez veces más la atención y observación para que no se escape nada de las características de esta casa. 

13 Quien quiera evitar lo malo tiene que primero conocerlo, de otra manera permanece siendo como un niño menor de edad, incapaz de discernir, uno que no encuentra diferencia entre el estiércol y el pan, entre la serpiente y el pez y se mete a la boca tanto lo uno como lo otro cuando tiene hambre. 

14 Pero Yo quiero deciros que tales temores provienen simplemente porque vosotros no habéis tenido otra idea del cielo y mucho menos del infierno que la que os ha enseñado el amoroso y muy humano padre Kochheim o San Ignacio de Loyola, y, después de estos dos "sabios" (que por cierto no son sabios provenientes del oriente) también la que os ha enseñado todo el sacerdocio católico, ya sea con sotana o sin sotana. 

Estos logran impresionar solo en forma intensa e interesante al diafragma de los parroquianos que son muy obtusos cuando ellos, dentro de una sola prédica, maldicen y condenan al infierno a toda la pobre audiencia por lo menos unas treinta veces. 

Claro está que antes han descrito a los habitantes del infierno de una manera muy visible y tan candente que si un predicador, como San Ignacio y Kochheim, hubiera soltado su prédica en el polo norte ya hubiera barrido con todo el hielo hasta su fundamento. 

Por supuesto que tal prédica, ante la cual incluso Satanás tendría respeto, y que ha sido inculcado en el corazón de un niño, tiene que generar los efectos más extraños. 

15 Lo mejor del asunto es que justamente este asunto no tiene ningún fundamento y nunca encontrará alguno, por eso que a menudo sucede que entre 500 oyentes de tal prédica de tormenta infernal por lo menos 200 duermen; 200 no le prestan atención, y 100 solo se acuerdan el amén de toda la prédica. 

Todo esto lo logra el espíritu de tal prédica, por eso está bien que se reconozca lo malo desde su fundamento para que cada uno reconozca fácilmente dentro de sí cuando lo malo se encuentre cerca. Y por este motivo se os dará a continuación varios temas de reflexión relacionadas de los cuales vosotros no tenéis que temer gracias a esta instrucción previa.

Jakob Lorber - "La Tierra y la Luna" Cap. 57 tl.57

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