Tres textos de las escrituras
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Las tres jóvenes hijas escogieron sendos textos:
a)
Hechos 12:8. — Le dijo el ángel a él: ¡Cíñete y átate las
sandalias! Él lo hizo. Y le dijo a él: ¡Ponte tu manto y sígueme!
—
b)
Marcos 6:51. — Y subió a ellos en la barca y el viento se calmó.
Y ellos se asombraron en gran manera. —
c)
Hechos 20:10. — Pablo bajó hacia él, se echó sobre él, le
abrazó y dijo: ¡No os preocupéis, pues mirad, su alma está aun
dentro de él! —
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Estos tres textos de las escrituras han sido bien pensados y bien
ordenados por Mí, y esto ya desde la eternidad.
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Mirad, debido a que Mi Apóstol (Pedro) era un preso, y como tal, Me
adoraba, Me alababa y clamaba Mi Nombre en forma viva, Nombre sobre
el cual se esconde la máxima Fuerza, el máximo Poder y la máxima
Autoridad. Esto lo hacía en la cárcel, a través de su viva fe así
como a través de su gran amor. Entonces, Yo le envié tan pronto
como era justo un mensajero del Cielo para que lo liberara de la
cárcel. Ahora prestad atención, en una cárcel similar se
encuentra, más o menos, todo buen cristiano, es decir, aquél que
confiesa plenamente Mi Palabra y Mi Nombre en su corazón.
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El mundo es esta cárcel y a esta cárcel oscura Yo estoy enviando
constantemente mensajeros del Cielo. Y estos mensajeros tiene aun
hasta esta hora una y la misma misión: Anunciar a todos los presos:
“Cíñete con la Autorenunciación
y átate a los pies las sandalias de la Humildad
y después ponte el manto de la Inocencia
y el Amor”, — y
finalmente: “¡Sígueme valientemente y lleno de confianza por el
camino estrecho y a través de la puerta angosta para salir de la
oscura cárcel llena de muerte que es del mundo!“ Aquéllos, al
igual que el Apóstol, que siguen inmediatamente en todo el llamado
del mensajero celestial, ellos también serán liberados pronto y por
completo de esta cárcel y serán conducidos, por estos mismos
mensajeros, hasta la orilla del gran Mar de la Misericordia y de la
Gracia, allí en donde verán las grandes olas de este Mar que
golpean en la orilla, allí en donde espera el barco para el viaje
hacia la Vida eterna. Por supuesto aún pasarán un gran miedo,
cuando vean cómo se mueve aún el barco, previsto para ellos, sobre
las olas del Mar infinito de Mi Misericordia y Gracia. Y el viento
que sopla fuertemente sobre las olas llenarán sus corazones de un
tembloroso miedo no menor.
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Pero cuando después ellos suban al barco, conducidos por el
mensajero y Me vean a Mí Mismo venir a ellos y entrar al barco y
que, en ese momento, el viento se calme y el Mar se tranquilice, —
cuán inmensa sorpresa tendrán en ese instante de haber encontrado
la completa y bienaventurada Vida eterna total, allí en donde antes
pensaron, con gran temor y miedo, que era el final de sus vidas.
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Mirad, ya tenemos unidos los dos textos de las escrituras como si
desde la eternidad hubiesen estado unidos de la forma mas íntima.
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Ahora queremos pues también intentar unir el tercer texto con los
dos textos anteriores. Pero para que vosotros entendáis también
esto, antes tenéis que echar una mirada retrospectiva y atenta al
estado sobre el barco.
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El estado sobre el barco, es decir, ante la Presencia de Mí Mismo,
se asemeja (o más bien es) el estado de la completa contrición ante
Mi Santidad divina e infinita. A pesar que este estado (para ganar
finalmente la Vida eterna de la máxima libertad) es completamente
imprescindible, sin embargo, es una caída (que al margen de lo
anterior, viene al final de todo) mata por completo todo lo mundano,
en la profundidad de la propia nulidad. Que el hombre mate todo lo
mundano dentro de sí, a través de la caída, significa: eliminar
todos los pensamientos, todos los apasionamientos, en pocas palabras:
Todo, hasta el último céntimo que se le haya pegado a él en el
mundo. En este estado él aparece como completamente muerto. Pero,
ahora, ¿qué le devuelve la vida? Mirad, aquello que dice el tercer
texto: Pablo, que es un maestro del Amor, — que dice: Mi Amor
Mismo, que resucita la vida, desciende hacía él, se echa sobre él,
lo abraza por completo, y lo penetra enteramente, y dice, a los otros
presentes y que están temerosos y que aún no han hecho esta caída:
“¡Estad tranquilos y no temáis, porque mirad, su alma, que está
llena de Mi Espíritu de la Vida eterna, aún está totalmente dentro
de él, y por eso permanecerá para siempre en el Regazo de Mi Amor
Paternal infinito.
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Y mirad, el asunto se presenta así, y este segundo y último estado
es necesario. De esto podéis daros cuenta claramente que cuando
alguien sube a un barco en la orilla es porque seguro quiere viajar
hacia la meta que es otra orilla al lado opuesto. Este último estado
es la última orilla como meta que cada íntegro hermano en Cristo,
al igual que el Apóstol, debe alcanzar; Porque quien no alcance esta
última orilla, no será aceptado en Mi Regazo en el más allá. —
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Ahora mirad, Mis amadas hijitas (Marie H., Wilhelmine H. y Pauline
H.), cómo hemos compaginado estos tres textos diferentes en sí, en
forma bonita y en un perfecto orden, de tal modo que tienen que estar
eternamente juntos y sin posible separación para poder alcanzar la
Vida eterna. — ¿No es verdad que esto os gusta mucho?
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Pero ahora, Yo os digo también: Compaginad estos textos en vuestras
vidas, porque recién así experimentaréis en abundancia cuán
extremadamente bueno, lleno de Amor y misericordioso soy Yo, vuestro
verdadero y santo Padre. ¡Mi Bendición con vosotras, amén!
dadi3.42.02.08
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