El aplanador de Neptuno
El Aplanador por Saironwen Dauuh |
EL APLANADOR
Entre los años de 1840 y de 1864, el Padre de la Luz (que también se llama la Palabra Interior) deparó al músico y pedagogo Jacob Lorber una serie de prolijas revelaciones sobre la humanidad, la fauna y la flora de los cuerpos celestes que constituyen el Sistema Solar.
Uno de los animales domésticos cuyo conocimiento debemos a esa revelación es el aplanador o apisonador (bodendrucker) que presta incalculables servicios en el planeta Miron, que el editor actual de la obra de Lorber identifica con Neptuno.
El aplanador tiene diez veces el tamaño del elefante al que se parece muchísimo. Está provisto de una trompa algo corta y de colmillos largos y rectos; la piel es de un color verde pálido. Las patas son cónicas y muy anchas; las puntas de los conos parecen encajarse en el cuerpo. Este plantígrado va aplanando la tierra y precede a los albañiles y constructores. Lo llevan a un terreno quebrado y lo nivela con las patas, con la trompa y con los colmillos. Se alimenta de hierbas y de raíces y no tiene enemigos, fuera de algunas variedades de insectos.
Fuente: "El Libro De Los Seres Imaginarios" por Jorge Luis Borges y Margarita Guerrero.
A continuación se transcribe el capítulo original traducido al español:
1 Mencionaremos todavía tres especies de cuadrúpedos de este planeta y, tras un resumen general, pasaremos sin demora a los bípedos.
2 El próximo
cuadrúpedo que describiremos será la cabra común,
también autóctona; los habitantes la cuidan como animal
doméstico de gran utilidad.
Tiene un tamaño casi diez veces mayor que el de vuestras
vacas, aunque no se parece a ellas, ni tampoco a vuestras cabras. Tal
como la hay allí, no existe en otro planeta.
«¿Qué aspecto tiene?».
El tronco de su cuerpo es tan voluminoso que el contorno del vientre
frecuentemente alcanza doce brazas (Unos 24 metros.).
Las patas son delgadas comparadas con el cuerpo, más bien
zancudas. En los pies, en vez de las pezuñas de las cabras
terrestres, tiene dedos como vuestros gansos y patos, no puntiagudos
sino romos, y provistos de membranas interdigitales sólidas.
Su trasero termina en dos auténticos conos que se elevan más
de braza y media (Unos 3 metros.)
sobre la columna vertebral. Entre ellos hay una cola bastante larga
parecida a una trompa con un voluminoso mechón de pelo al
final. El resto de su pelo es corto, salvo en la columna vertebral,
que está cubierta densamente por cerdas largas y rígidas
frecuentemente de más de dos varas (Unos 1,5 m [1 vara = 77,8 cm])
de largo, a veces gruesas como una caña de escoba de la
Tierra.
Donde las patas salen del cuerpo están rodeadas por un collar
de lana crespa muy tupida; otro collar algo menor se encuentra bajo
las articulaciones de las rodillas. Delante de las dos patas
delanteras se levanta un cuello perfectamente redondo, del mismo
largo que todo el cuerpo y cubierto de pelo corto. Termina en una
cabeza que recuerda la de vuestros camellos, con la única
diferencia que en la frente lleva tres cuernos rectos bastante
largos, muy puntiagudos, siendo el del medio un poco más largo
y fuerte que los dos exteriores.
En el centro del vientre de la hembra, que puede ser ordeñada,
cuelgan cuatro grandes tetas que suministran a los habitantes una
leche muy grasa y sabrosa.
Este es el aspecto del animal, por lo que se refiere a su forma.
3 Ahora
preguntáis: «¿Qué es lo que tiene de
extraordinario?».
Que puede buscar su alimento en los tres reinos elementales, es
decir, en el aire, en el suelo y en el agua.
Hay algunos que objetan: «Pero eso no es nada especial porque
lo mismo le pasa a todos los cuadrúpedos de la Tierra: también
ellos viven gracias al agua, la tierra y al aire».
Aquí la cosa es diferente: esta cabra puede entrar en el
agua, nadar como vuestros gansos, y alimentarse de sus abundantes
hierbas acuáticas.
«Tampoco esto nos parece tan extraordinario, porque en la
Tierra hay igualmente cuadrúpedos que nadan bien y que también
se alimentan vorazmente de la vegetación acuática».
Pero este animal puede elevarse libremente por el aire y moverse en
todas direcciones. En él puede coger hojas o cualquier otra
vegetación que lleve el viento, y comérselas.
Hay que decir que el aire del planeta abunda en extraños
fenómenos meteóricos, y raro es el día que no
hay nubes, formadas naturalmente, de plantas raras, de semillas, de
animales extraños y de otras cosas por el estilo, que lo
llenan durante períodos relativamente cortos.
Raras veces caen al suelo sus componentes, simplemente flotan en el
aire, lo que allí es muy fácil porque el aire de este
planeta es mucho más denso y pesado que el de vuestro cuerpo
terrestre.
4 Cuando el
animal quiera dar un pequeño paseo aéreo, hincha su
vientre produciendo un aire interior más ligero que el del
ambiente y, flotando, se dirige en todas direcciones sirviéndose
de sus patas. Donde más a gusto se encuentra es donde se le
presenta una de esas nubes meteóricas planetarias.
Una vez que ha comido a placer, regresa volando a su hogar, llevando
todavía entre sus dos conos traseros una pequeña
provisión de alimentos.
5 La cabra es
sumamente mansa, pese a lo cual tiene varios enemigos entre los
animales. Si los descubre a tiempo, difícilmente pueden
vencerla porque se levanta rápidamente en el aire, vuela hacia
ellos y, con sus cuernos, se lanza ágilmente contra los
mismos.
Si se trata de enemigos pequeños, entonces la cabra los coge
con sus fuertes dedos, los lleva a una altura de vértigo y los
deja caer. Los enemigos lo saben, lo recuerdan y, cuando ven que la
cabra empieza a volar, toman las de Villadiego.
6 Esta cabra
tiene apego a los hombres, y no les hace daño ni le ocasiona
gastos. Por eso un hogar tiene frecuentemente varios cientos de
ellas, las cuales proporcionan a los habitantes un sustento
abundante.
No abandonan fácilmente una finca, salvo si un hombre mata
alguna. Si eso ocurre, todas, aunque sean varios cientos, abandonan
inmediatamente la finca para quedarse en otra.
7 Su color es
sin duda muy notable, generalmente entre rojo y verde; los pelos son
de color azul oscuro en los sitios peludos; las cerdas y la cola, los
conos traseros y el cuello, así como los cuernos, de un blanco
deslumbrante.
8 Otro animal
doméstico también muy notable es el “apisonador”.
Se parece a vuestro elefante, aunque sus patas y su trompa tienen
forma distinta; las patas parecen cuatro conos colgados del cuerpo,
con la parte más ancha tocando el suelo y la punta insertada
en el mismo. El resto es exactamente igual que vuestro elefante, sólo
que diez veces mayor. La cabeza se parece también a la de
vuestro elefante, menos la trompa, que es un poco más corta, y
al final dos veces más ancha que la cabeza.
Así es su aspecto.
9 «¿Por
qué lo llaman el “apisonador”?».
Ya el nombre lo explica: allí donde se encuentra pisotea el
suelo, no descansando hasta que el sitio que ha elegido para vivir
queda perfectamente plano.
10 También
es domesticado por los habitantes que lo usan para preparar los
cimientos de sus sencillas viviendas. Sólo necesitan trazar
algunos surcos en el terreno que desean compactar y transformar en un
cimiento enteramente llano.
Cuando llevan el animal al terreno marcado por los surcos,
inmediatamente empieza a nivelar el suelo, excavando la tierra con
sus dos colmillos largos y su fortísima trompa. Y de esta
manera, emulando a un arquitecto, aplana la superficie marcada.
Cuando el terreno está superficialmente plano, empieza el
apisonamiento. El suelo queda tan llano y compacto que, primero,
incluso la burbuja de un nivel colocado encima quedaría
absolutamente horizontal y, segundo, su dureza sería tal que
mucho habríais de esforzaros para removerlo con vuestros
azadones.
11 Este animal
se alimenta también de hierbas y de raíces, y casi no
tiene enemigos, salvo algunos insectos esporádicos.
Su color es verde pálido.
Como ya no hay nada digno de mención sobre el apisonador,
pasemos al animal doméstico más útil y más
extraño de este planeta.
Fuente: Capítulo 58 de la obra "El Sol Natural" recibido por Jakob Lorber
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