Sobre la oración por los fallecidos

28 de octubre de 1840
1 Escribe pues, al sediento en Mi Nombre, y dile, al hambriento en Mi Misericordia, que Yo la quiero mucho. Y que, durante el día, solo se pregunte a menudo, si es que Yo estoy con ella.
2 Aquí que ella diga así: »Oh Tú, Mi Jesús amadísimo por sobre todas las cosas, Tú, Mi Amor dulcísimo, Tú, Mi Vida, Tú, Mi Novio. Sí, Tú, Mi Todo, Todo, Todo. – Dime, ¿estás Tú aún conmigo? ¿No me has abandonado? ¡Oh Tú, Mi Jesús amadísimo por sobre todas las cosas, mira con misericordia el corazón de Tu pobre amada, que suspira por Ti llena de anhelo y languidece en su amor únicamente por ti, oh, Tú, Jesús dulcísimo!«
3 Y entonces Yo le pondré en su corazón una respuesta dulce, que dice así: »Mírame únicamente dentro de tu amor, Yo bien estoy contigo y aun nunca me he retirado de tu lado, y Mi Corazón permanecerá eternamente dirigido a ti. También sé tú fiel a Mí, permanece fiel a Tu amoroso Jesús, que te amó ya antes con toda la Fuerza de Su Divinidad, incluso antes que fuera creado el mundo!«
4 Y si ella llega a sentir así, entonces podrá estar muy segura, que Yo estoy muy cerca –como un Novio muy maravilloso– trayendo Conmigo la vida eterna.
5 Y también le digo a ella, que el verdadero Amor debe ser un poco contendiente –por eso Yo también tengo que contraponer. Y esto es mi contraposición, que ella hace muy poco para que sus hijas se dirijan a Mí y que, durante el día, le cuente a ellas demasiado sobre cosas mundanas, o que se deje contar por ellas sobre esas cosas mundanas.
6 Además dile y comunícale que Yo soy muy celoso y por eso no me agrada ver que se hable sobre otras cosas que no sea sobre Mí.
7 Yo me asemejo a un amante apasionado, que está oyendo y escuchando a su amada, detrás de las puertas, y entra en una inmensa alegría del éxtasis más bienaventurado, si oye a su íntima amada que habla únicamente sobre cosas maravillosas de Él; pero que también se pone triste apenas su amada cambia de tema, a cosas que no tienen relación con Él, de tal manera que el amante triste empieza a pensar y comienza hablar, dentro de sí, de la siguiente manera:
8 »¡Oh tú, mi amada íntima, si me amaras como te amo, ¿cómo puedes permitir entonces que dentro de ti haya aun espacio para otros pensamientos, mientras que yo estoy únicamente pensando constantemente en ti y espero, con paciencia y con mucho miedo, a que hagas tu llamado suplicante para que ingrese donde ti?!
9 Mira tú, mi siervo, tan solo dile a ella todo esto si es que deseas ser Mi Mensajero de Amor. Porque esto es mucho más que la pregunta: »¿Cómo se debe orar por los fallecidos?
10 Sin embargo, ya que se ha preguntado, y esto viniendo de un alma amada, quiero Yo deciros cómo se debe orar por los fallecidos.
11 Quien quiera orar por los fallecidos, primero tiene que saber bien, ¿quién y quiénes son realmente los "fallecidos", y, después también, cómo y por qué debería orar?
12 Bajo el término "fallecidos" no solo se refiere a los que han dejado el mundo, sino también primordialmente, a los que aun viven en el mundo, pero que han muerto en sus corazones, y no tienen fe, ni amor y por eso están realmente muertos.
13 Mirad, por ellos debéis orar en primer lugar, es decir, dándoles consejos y realizando acciones, que los ilumine como un sol al peregrino cansado que anda por la arena y los desiertos, y refrescarlos al igual que lo hace el rocío que cae sobre el musgo seco en la roca dura – para que ellos puedan encontrarse a sí mismos en vosotros, que sois los indicadores de los límites de Mi Gracia, y para que ellos quieran sanar en el musgo de Mi Gracia, que también han recubierto Mi rocas indicadoras de los límites.
14 ¡Aquí tenéis el por quién, cómo y porqué debéis orar! – Que el amor hacia Mí y hacia vuestros hermanos sea siempre la oración más importante. – El ¿cómo y porqué? se los mostrará un pequeño ejemplo de forma muy clara:
15 »Mirad, algún señor poderoso y grande tenía en su cárcel varios presos, por quienes él tenía mucho pesar, ya que todos ellos eran pobres confundidos. Pero él, en su justicia, no podía eliminar la ley que se había promulgado y así liberarlos del castigo que la ley había puesto sobre ellos. Pero ahora que ya habían languidecido un tiempo suficiente en las cárceles correccionales y con esto habían cumplido con las exigencias de la ley, el señor decidió liberarlos. Y pensó dentro de sí: »¡Pero si yo también tengo una amada! Entonces, para que mi alegría sea completa, quiero que ella se entere a través de cualquiera que en mi cárcel languidecen muchas personas infelices. Ella me ama infinitamente y tiene completa confianza en mí; seguro que ella vendrá corriendo y me suplicará con corazón palpitante que tenga piedad y misericordia con los encarcelados. – Y así como el señor lo pensó, así sucedió también.«
16 Ahora, ¿qué pensáis? ¿qué es lo que hizo el señor aquí? – El señor tuvo una gran alegría por haber podido mostrar a su amada cuánto puede su amor y su confianza y, al mismo tiempo, que haya podido ofrecer también a su amada una oportunidad para que vea claramente los frutos del verdadero amor y la fidelidad. Los presos elogiarán al señor cuando ven que él es accesible solo y únicamente a través del amor, y también se volverán entonces ellos mismos amigos e hijos de la amada y ellos sus amados.
17 Mirad, así debéis orar – y no penséis que Me moveréis hacia la misericordia a través de vuestra pura oración; sino pensad en que de esta manera vosotros mismos, delante de Mí, os podéis fortalecer en vuestro amor y que por eso vuestra petición sea de Mi agrado.
18 Respecto a los fallecidos, esto vale de la misma manera que para los "muertos del mundo". – Si bien no sabéis en qué estado se encuentran los fallecidos en el más allá. Pero esto no es importante, sino que lo importante es que sepáis que Yo soy un gran amigo del Amor y lo seré eternamente y que el Amor hace el bien a cualquiera.
19 ¿!Acaso no tenéis alegría que vuestros hijos os hagan regalos a pesar que sabéis que los hijos lo han comprado con vuestro dinero!? Tanto más Me dará mucha alegría si hacéis como vuestros hijos. Y esto alegrará no menos a vuestros fallecidos bienaventurados cuando se enteren que vosotros, los que aun han quedado en el mundo, pensáis en ellos con verdadero amor.
20 Mirad, así son las cosas, y así debéis también actuar, si es que queréis ser Mis amados hijos.
21 Pero tú, Mi amada alma, ora con confianza – y yo, tu amado Jesús, no te dejaré que pases vergüenza. Amén. – ¡Esto lo digo Yo, tu amado Jesús!
Fuente:"Dádivas del Cielo" recibido por Jakob Lorber (dadi1.163)

Comentarios

Entradas populares de este blog

Tuyo soy, para Ti nací - Poema Teresa de Jesús

Charla: El ADN del alma y el espíritu

El café, las arañas y la Coca Cola