La Muchacha de las estrellas

7 de marzo de 1847

1 ¡Sí, sí, solo escribe! Yo quiero decir solo cosas justas y buenas. Pero aquí tenemos que comportarnos muy cuidadosamente, porque esta muchachita es muy sensible y se irrita muy rápido, si es que no se le dicen cosas agradables y bonitas, y esto, en buen cristiano. Ella ha leído ya muchas obras clásicas y sabe diferenciar el tercer sufijo del cuarto (en la gramática alemana), y tiene más complacencia en el tiempo semi-pretérito que el pluscuamperfecto. Y el modo conjuntivo le suena mejor que el indicativo. A ella también le gustan pasajes elevados o sublimes, en especial cuando son algo oscuros e inefables, o también graciosos.

2 En estos puntos tenemos que tener mucha consideración, si es que queremos hacerle algún servicio con esta Palabrita dirigida a ella. Por eso, escribe nomás, ¡pero que sea sublime y además algo picante y gracioso! De lo contrario no le gustaremos mucho a ella, como se dijo en los previos comentarios que fueron algo necesarios. ¡Y con esto, manos a la obra!

3 Había una vez una muchacha que vivía adornada en su corazón como lo estaba el cinturón brillante de Orión. Ella sollozaba en las noches y lloraba cuando dormía. Únicamente en el día se la veía reír a menudo y bromeaba con todas las estrellas del Cielo que podía ver durante el día. El cielo límpido durante la noche no le ofrecía ninguna estrella, y pasaba las horas nocturnas durmiendo sin tener sueños.

4 ¡Oh, por eso solo el día le parecía mágico! Porque era solo el día, y no la noche, quién le daba todo a la rara muchacha; cosas que solo la noche (la madre alimenticia de la tierra) suele dar a los que tienen sueños. 

Oh, ahora adivina tú, amorosa hijita que vienes del seno de las estrellas y en donde ninguna noche presiona los campos polvorientos de los mundos que son iluminados, y dime ¿quién es esta rara muchacha?

5 Mira, sé bien que no podrás responder a Mi pregunta con facilidad. Sin embargo tuve que darte esta pregunta aquí para que, con esta, Yo pueda mostrarte claramente el abrigo de la Sabiduría y sepas qué difícil es iluminarlo en el corazón, en donde ya muchas plantas terrestres han echado raíces.
 
6 Y a pesar de todo, tú deberías conocer bien a esta rara muchacha, porque está mucho más cerca a ti que lo que puedas o quieras creer aquí. Por eso Yo Mismo quiero darte la respuesta a la pregunta.
(Nota del traductor: Querido lector, ¿no deseas adivinar la respuesta del Señor, ahora mismo antes que continúes leyendo?)
¡Y bien, Mi amorosa hija de las estrellas, escúchame pues! 
La rara muchacha es el Amor divino en el corazón humano, y es Espíritu, es decir, es el mismo Ser Divino que proviene de Mí y vive eternamente.

7 Antes Este vivía completamente en el hombre y tejía en los corazones los hilos luminosos que conducían a la vida eterna. ¡Esto era, para esta rara muchacha, un día maravilloso! Pero ahora se le ha hecho de noche; y mira ¡ella solloza fuertemente; muy pronto sus ojos se pondrán a dormir en la oscuridad, y entonces allí llorará la rara muchacha en el dormir oscuro de la vida!

8 ¡Por eso, oh mi amada hijita, procura vivificar a esta rara muchacha en tu educado corazón, cada vez más y más y más! Entonces así reirás siempre en el día alegre y eternamente dentro de tu corazón, y estarás feliz por sobre toda medida.

9 ¡Esto te lo desea tu Padre, Tu Santo Padre, para el día eterno del nuevo nacimiento del espíritu del Amor y de la Verdad, por la eternidad! Amén.

Fuente: Dádivas del Cielo, tomo 2, recibido  por Jakob Lorber 
(dadi 2.47.03.07)

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