Amor Celestial y Terrenal

12 de Marzo de 1848
A Pauline Hühenbrenner:
1 ¡Escucha mi amada hijita! La primera condición de toda existencia es y será eternamente el Amor - pero fíjate bien, sólo el verdadero Amor, como Yo, el Amor Eterno mismo, lo he enseñado a todos los hombres y lo he puesto en el corazón desde el principio a cada hombre para sí mismo. Si alguien busca educar este verdadero Amor en su corazón según Mis enseñanzas, entonces sigue el camino más perfecto e indicado, que lleva al verdadero renacimiento de su espíritu.
2 El que alcanza esto, también ha alcanzado la verdadera, y la misma meta de su vida. Pero para alcanzar esta importantísima meta hay que estar muy, pero muy atento en el camino de la educación de su corazón y se debe preguntar con cada tendencia de su corazón si en aquella tendencia hay algo de la mala semilla del egoísmo junto con el verdadero Amor.
3 El verdadero Amor es completamente libre de pasión. Él coge todo con el mayor poder y fuerza y nunca más suelta lo que alguna vez cogió. Sin embargo e independientemente de eso el obrar del Amor es una ternura sobresaliente continuamente acompañado de la paciencia más grande.
4 El obrar del egoísmo, a pesar que en el fondo es altamente impotente, se presenta muy pronto solo como una acción, en la que quiere destruir todo lo que se le cruce en el camino egoísta. Y este comportamiento es justo aquel apasionamiento que siempre se encuentra en el egoísmo.
5 Por eso, como se dijo, hay que tener mucho cuidado en la educación de su corazón, observar si está siendo alimentado con el verdadero Amor o mezclado también con pequeñas porciones de egoísmo y por eso también tú Mi amada hijita debes estar atenta, en caso de que quieras experimentar cuanto antes el verdadero día del nacimiento de tu espíritu.
6 Mira, el amor al hombre es bueno y correcto, cuando se ama a las personas porque son humanos y no se hace diferencia - con la excepción de que alguien, debido a su posición espiritual, esté cerca de Mí o lejos de Mí. Pues allí si es justo hacer una diferencia. ¡Nadie puede servir a dos señores, es decir servir al mismo tiempo a uno bueno y a otro malo! Pero cualquier preferencia proveniente de motivos del mundo debido a ciertos valores exteriores de las personas es ya en sí egoísmo porque el corazón busca con seguridad al final allí, aunque sea muy secreto, su propio ensalzamiento. Y donde se presente aquella tendencia, aunque sea muy silenciosa, allí ya no es más la humildad sino una soberbia escondida que impulsa aquel movimiento moral del corazón.
7 Por eso si tu corazón coge algo, entonces pregúntate siempre si se trata de algún sentimiento de honor terrenal que provenga de la denominada "alta alcurnia". Si tu corazón encuentra aquí una satisfacción, entonces ya es un signo del egoísmo, que se ha instalado como un rastrero malvado en contra del camino de educación de tu corazón y que con el tiempo quiere destruir como si fuera un enviado del infierno.
8 Porque el egoísmo es en sí nada más que una semilla mala que se presenta como un evento imperceptible. Pero es una semilla que ha sido diseminada entre el trigo noble por el enemigo de la vida. La finalidad es que el trigo se debilite cuando empiece a brotar y si es posible incluso que sea completamente eliminado.
9 Por eso es que se debe probar cuidadosamente el amor en el hombre y preguntar constantemente al corazón: ¿Por qué amas a éste y a aquel, aquí y allá, o (cuando se trata de cosas) a esa o a aquella?
10 Si el corazón te responde con toda humildad, entonces el amor es justo y te conduce hacia la perfección espiritual. - Pero si el corazón te contesta desde una vanidad mundana ya acostumbrada entonces el amor ya no es más Amor, sino sólo egoísmo vano, que se ha vestido con la vestimenta de cordero del amor con el fin de aparentar, pero por dentro es sólo un lobo rapaz que destruye al final todo lo noble en el corazón y busca aplastar en lo posible al espíritu.
11 Yo te doy, a ti Mi amada hijita, esta enseñanza pequeña pero realmente muy importante y verdadera como un centavo bueno proveniente de tu Padre muy bueno para tu viaje de vida en esta tierra, para que tú puedas alcanzar, de una manera muy fácil, la meta verdadera y justa en este tu viaje de vida en la tierra.
12 Cuando la hayas alcanzado entonces recién comprenderás con toda plenitud cuán infinitamente bueno es Aquel que te da esta palabrita en el día de tu cumpleaños terrenal para que quieras alcanzar cuanto antes el día de nacimiento de tu espíritu.
13 ¡Ámame sobre todas las cosas como Yo te amo sobre todo, y no dejes que el mundo deslumbre a tu corazón para que puedas andar por un camino fácil y suave!
14 ¡Esto te lo dice Yo, tu Padre bueno! Amén.
»Dádivas del Cielo«, Tomo 2, página 403,
recibido el 12/3/1848 por Jakob Lorber

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