Las ataduras del espíritu
La vida terrenal es muy útil para que el alma se vuelva fuerte y resistente a tal grado que tenga la capacidad de poder recibir al espíritu propio. Las vicisitudes de la vida que Dios permite representan un buen impulso para lograr esta meta. Cada minuto que tengamos el privilegio de vivir en la Tierra es muy valioso. El alma se fortalece con cada atadura del espíritu que es liberada. Más detalles sobre este tema lo explica el Señor a continuación: «Cada hombre ha de llevar en sí ciertas flaquezas que son las ataduras comunes del espíritu, ataduras que mantienen al espíritu como si se encontrase encerrado en una cápsula firme. Pero las ataduras del espíritu pueden ser suprimidas recién cuando el alma, que está mezclada con la carne, se ha fortalecido por medio de una adecuada abnegación o autorenunciación. El fortalecimiento tiene que llegar a tal grado que el alma sea capaz de acoger al espíritu liberado y mantenerse con él. Por eso es que únicamente a través de todo tipo de