La influencia de los espíritu

El Señor da a los ancestros que viven en el mundo espiritual el poder para influenciar sobre la Tierra pero bajo las siguientes reglas de comportamiento:
 
Dice el Señor: "Amigos, que cada uno haga lo que pueda, sé muy bien cómo estaban las cosas y cómo están ahora, pero no se mantendrán como han estado por mucho tiempo. Pero a vosotros tres os daré el poder de influir en vuestra casa (Casa de Habsburgo o Casa de Austria) en la Tierra de acuerdo al orden libre, el derecho libre y la equidad justa, sin afectar así la libre voluntad del respectivo regente que gobierna.

Pero este orden permite influir en cada ser humano solo sobre su facultad cognitiva*, mas nunca, ni en el más mínimo sentido, sobre la voluntad.

*cognición: Facultad de un ser vivo para procesar información a partir de la percepción, el conocimiento adquirido (experiencia) y características subjetivas que permiten valorar la información.

Evitando tanto la inhibición de la voluntad como la promoción o apoyo de la misma; porque una voluntad promovida, al igual que una inhibida, debe considerarse como una que ha sido aprisionada por el juicio.

¡El infierno sí lo hace, pues ella atrapa al ser humano por la voluntad y la empuja a la ruina, al juicio condenatorio y a la muerte!

Pero esto no debe ser así entre nosotros; porque de parte nuestra se debe respetar al máximo la completa libertad de la voluntad.

Por lo tanto, incluso allí, en donde tenéis la autoridad de actuar, nunca debéis influir sobre la voluntad, sino solo sobre la capacidad cognitiva del hombre.

El hombre puede aumentar su capacidad cognitiva hasta el punto más elevado posible, sin embargo, su voluntad seguirá siendo como es y como fue. Y así tiene que ser porque así lo quiere Mi Orden eterno.

Pero cuando el hombre alcance un nivel de conocimiento verdadero, entonces este conocimiento ya guiará a la voluntad, como un buen jinete a su caballo.

Y entonces la voluntad comenzará a querer más y más, lo que su cognición encuentra como verdadero, bueno y por lo tanto útil al propósito.

A través de esto, la voluntad y la cognición se amistarán cada vez más, hasta que al final se volverán completamente uno, lo que dará como resultado la perfección del hombre.

Pero la voluntad es la vida del alma. La cognición, por otro lado, reside en el espíritu eternamente libre. Si el espíritu y el alma se vuelven uno, la libertad condicionada por la vida eterna también está presente a través de este renacimiento espiritual, y entonces el hombre ya vive en Mi Reino, que es la Verdad y la Vida eterna.

Pero hay tres que lo atestiguan: la Palabra, la cognición y la voluntad. Y estos tres deben volverse uno, como Yo soy Uno como el Padre, el Hijo y el Espíritu.

El Padre es la Palabra eterna personificada. El Hijo es la recepción de la Palabra y, por lo tanto, la Sabiduría eterna en sí mismo.

Y el Espíritu o la Voluntad o el Poder entonces salen de ambos y también son completamente uno con el Padre y el Hijo, y todo esto está en el único Ser dentro de Mí y que está delante de vosotros y os enseña.

Por lo tanto, debéis tomar esto a pecho y comprender muy bien este Mi orden inamovible, de lo contrario harías más daño que el bien cuando influenciáis a un hombre que aún vive sobre la Tierra.

Toda voluntad domada exteriormente, ni hablar de la dominada por un poder interior, no sirve de nada.

Roma, como lo hace el paganismo, ha utilizado todo tipo de medios de coacción para dominar la voluntad de los hombres. ¿Qué ha logrado con esto? La pronta disolución y el desprecio total y profundo. Sea lo que haga ahora, nunca más se recuperará y ni se levantará.

Por eso, con mayor razón, de parte nuestra, desde nuestra esfera de poder puramente espiritual, debemos observar esto con la máxima exactitud.

Interiormente, nunca debemos imponer ninguna obligación a nadie. A excepción en caso que sea necesario con el fin de poner un freno al infierno - podemos poner una obligación exterior que consiste en todo tipo de mortificación contra la carne sensual, de guerras, hambre, pestilencia o mala cosecha de un u otro campo de cultivo.

Si bien esto último es ya un juicio apresador y sus frutos son solo malos; pero si tienes la opción de escoger entre dos males, siempre elegid el menor de ellos.

Un juicio externo se puede reparar mediante métodos verdaderos, pero uno interno muy difícil o, a menudo, no es reparable para la verdadera libertad de Mi Cielo.

Por lo tanto, tomad con sumo cuidado y buena observación estas Mis palabras, y también recibid el poder de despertar a los buenos espíritus de vuestra casa, ¡y utilizadlo de acuerdo con las instrucciones que os ha sido dado ahora! - ¡Que así sea!

Fuente: RB.02.254.9-15

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