La Promisión del Señor
¡Oh, hijos
de Adán! ¿Por qué no preferís volveros hijos Míos? ¡El trabajo
que os cuesta el ganaros el pan de Adán con el sudor de vuestra
frente!... un pan que, además, está empapado del veneno de la
serpiente... un pan que al consumirlo en vuestra irreflexión os
traerá la muerte física y la eterna...
Pero mi Pan fue untado con la miel de
mi Amor y está empapado con la leche de la Vida eternamente libre
surgida de Mí... y lo podéis tomar en toda abundancia sin que jamás
os pueda causar el menor daño... Al contrario, ¡os fortificará y
os dotará con todo mi Poder y mi Fuerza, eternamente e incluso ya
durante vuestra vida temporal!
Sólo hace falta que lo aceptéis...
Ved, después de mi acción más
sublime que es la gran Obra de la Redención para vosotros, este mi
Pan resultaba todavía muy caro. Y los hombres no lo consiguieron
sino en cantidades muy pequeñas, “pagándolo” con su propia
sangre e incluso con su vida... Entonces este mi Pan sabía amargo a
los que se lo procuraron, porque aún no estaba untado con la miel de
mi Amor ni empapado con la leche de la Vida libre... porque a los
“compradores” tristes la miel y la leche sólo les fueron añadido
después, copiosamente, en el reino de los espíritus.
Pero aun así había “compradores”
en gran número...
Sin embargo ahora, que lo doy con
miel y leche totalmente gratuito a cada uno que lo pida - sólo por
la pequeña recompensa de su amor, ve, ahora lo desprecian junto con
el gran Dador que está tan lleno de Amor para con vosotros todos...
Sabed: Hice que se abrieran las
puertas de mis Cielos de par en par. ¡Quien quiera que venga! Y que
venga lo antes posible, porque ya ha llegado el gran tiempo de la
Gracia: la Nueva Jerusalén desciende a la Tierra por todos vosotros,
para que todos los que me amen tomen morada en ella... y que en ella
se fortifiquen con el Pan con miel y leche, y beban a grandes tragos
la pura agua de la Vida... y que la saquen en abundancia del eterno
pozo de Jacob.
Pero a pesar de la Gracia
inconmensurable que el descenso a la Tierra de esta mi gran Ciudad
significa para todos mis hijos, todavía aplastará con sus fuertes
murallas a todos los ciegos y a todos los sordos, porque va a cubrir
toda la superficie de la Tierra13...
Y aquel que no la vea llegar ni oiga su
zumbido por los aires puros de la Tierra, él jamás ya encontrará
un lugar en el planeta donde ocultarse y escaparse del peso de
ella...
Porque ve: El peso de sus palacios
aplastará las montañas que se nivelarán con los valles, y colocaré
sus viviendas encima de charcos y lodazales, para que toda la escoria
que en ellos se anida sea aplastada por los fundamentos de la gran
Ciudad de Dios, de vuestro Padre santo en el Cielo y la Tierra.
Y el verdadero Pastor llamará a sus
ovejas que oirán su voz y la reconocerán en todas partes de la
Tierra... y acudirán para pastar felices en los pastos amplios del
eterno Amor del Padre santo, que son los grandes jardines de la nueva
Ciudad santa del gran Rey de todos los pueblos que existían, existen
y existirán eternamente.
Estos jardines serán el paraíso
perdido por Adán que Yo recuperé y guardé fielmente para que allí
estas ovejas tomen morada, eternamente.
Por esta razón ya os expliqué
detalladamente mi gran Gobierno desde la eternidad...
Os mostré la
Creación desde lo primero hasta lo último, y os mostré al primer
hombre en el comienzo de su formación... Y aún os mostraré a la
gran ramera y la Babilonia destruida, y después os llevaré a mi
santa Ciudad donde os daré una morada eterna - si me amáis como Yo
os amo: sobre todo...
10 Vendrá el día en que los cielos y
la Tierra perecerán - materialmente. Porque sólo continuarán
espiritualmente. Pero cada una de mis palabras dirigidas a vosotros
perdurará tal como la digo: corporalmente y espiritualmente, con
todo Poder y toda Fuerza de la Santidad, eternamente... ¡Amén,
eternamente amén!
(gobd 1.12)
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