Evangelio del trigo

Dice el Señor:

6. «Cuando el grano de trigo es sembrado en la tierra, empieza su proceso de putrefacción, y de este proceso surge una nueva planta que devolverá el grano podrido en cantidad centuplicada. Lo mismo sucede con cada Palabra procedente de la boca de Dios.

7. El corazón es la tierra de cultivo, el amor es el abono, y el Amor de Dios es la lluvia fructífera; la emergente luz de la Gracia es la calurosa luz solar. Recién todos estos cuatro elementos hacen que se pudra el grano. Este estado de putrefacción es similar a la noche o al invierno infructuoso. En este estado el hombre no sabe nada y no entiende nada, ni ve nada, y el sentimiento de aniquilación es su acompañante; pero cuando llega la primavera o la mañana, entonces, tras el proceso de la putrefacción, empiezan a extenderse raíces dentro de la tierra de cultivo. Y allí, en donde estas raíces se unen en el amor y forman un haz, se levanta un tallo nuevo lleno de vida y se construye en forma intrépida una nueva morada para la maduración futura de una vida centupla.

8. ¡Mirad el tallo sobre el cual se mecen jubilosamente las espigas llenas de frutos y de vida, tallo que consiste en miles y miles de capilares, y cómo a través de ellos las espigas succionan el alimento purificado del regazo de la tierra!

¡Mirad las largas hojas que penden del tallo y que están hermosamente formadas y muy funcionales, previstas de incontables terminaciones puntiagudas con las cuales se absorben el alimento del cielo para que los mismos nutrientes que provienen de la tierra quieran también tener vida!

¡Ved los anillos parduscos del tallo. Están hechos para que ––uno tras otro, conforme la Vida en el nuevo fruto ya se ha levantado y liberado del lodo de la muerte de la Tierra–– por primero, se preserve la Vida pura ante cualquier acoso impuro desde las profundidades del lodo y, por segundo, para que refine y purifique el alimento chupado de la tierra para la Vida, y lo mezcle perfectamente con el único alimento verdaderamente vivificador: él de los Cielos!

¡Ved las muchas púas largas de las espigas, cómo todas se dirigen diligentemente hacia la luz, para chupar ansiosamente el alimento puro de la Gracia del Sol de Dios, para que el Fruto de la Vida encerrado en las nuevas cápsulas ya no sea alimentado por otros alimentos que únicamente por él de la Gracia del Sol!

¡Ved la flor que ondea y que pronto se presentará, abundantemente alimentada por el maná servido por los Cielos más altos, que si bien se parece al rocío fino, pero que da al fruto la verdadera Vida eterna que se multiplica!

¡Ved como después, cuando todo esto ya se ha realizado, empieza a secarse todo lo que el tallo se había llevado de la tierra y, en cierto sentido, se muere... pero cuanto más de lo terrenal se muere, tanto más se consolida y libera la Vida dentro de la espiga y las cápsulas que se mueren!

9. Y cuando el fruto ha madurado, os vais vosotros mismos o mandáis a vuestros hijos para que recojan el fruto vivo y lo lleven a vuestros hogares o a vuestras despensas.

10. Y ved, así también lo hace el Señor. Pues, vosotros también sois el trigo: vuestro cuerpo es el tallo, vuestra alma es el alimento purificado de la tierra, vuestro espíritu es el alimento procedente del Cielo; y Mi Palabra viva es el maná del Cielo más elevado y únicamente ésta es la que os trae la verdadera Vida eterna, si la aceptáis como la espiga y la flor que se encuentran en el tallo del mundo que se está secando.

Pero, como ya indicado, en vosotros esta Palabra está sembrada dos veces. Por primero, de manera viva en el suelo de vuestro corazón, para su putrefacción purificado–– un proceso que os examina y purifica. En parte, cada uno encuentra esta Palabra ya en su interior y, en parte, la recibe oralmente mediante instructores y oradores despertados.

Por segundo, cuando esta semilla ya está podrida y tras el proceso de la putrefacción se han formado nuevas raíces para la alimentación de una nueva vida, entonces viene la otra Palabra, la viva, vía la espiga de vuestra nueva vida a la que madura y libera completamente para la Vida eterna.

¡Por eso volveos como el trigo, y pronto reconoceréis que únicamente Aquel que está entre vosotros dispone de la Vida y la concede!

¡Oídlo para el bien de vuestra Vida!».

Fuente: El Gobierno de Dios, tomo 1, capítulo 96, versículos del 6 al 10

(GobD1.96)

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