A mis amigos

Dentro de vuestras amorosas cortesías permitidme también un espacio para poder entregar un pequeño saludo.



Pues, mirad, es que Yo mismo me invito, sólo cuando encuentro un bocado más o menos bueno. Yo sabía que no me negaréis la amista,  por eso  Me he tomado la libertad de estar en medio de vosotros como un invitado sin haber sido convidado.

Mirad, Yo vengo con gusto hacia quienes quiero mucho, - aunque a menudo quizás en un tiempo inoportuno - porque han empezado a amarme y a reconocer Mi Voz a través de mi pobre y débil siervo. Pero ¿¡qué culpa tiene el Padre por tener más amor hacia sus hijos que los hijos hacia Él!?

Por eso tenéis que tomar Mi Amor hacia vosotros por un bien cuando con ganas y frecuencia me inmiscuyo entre vosotros.

¡Oh, Mis hijos, cuánto os amo a todos vosotros!

Por eso, amadme también a vuestro Padre, y mirad todo el tiempo hacia Mí como si Yo fuera a ser pronto vuestro premio.


¡Oid, aquellos de vosotros que con gusto Me ven en su centro, a aquellos Yo los tomaré en el medio de Mi Amor, y cenarán en la gran mesa de su Padre!

¡Escuchad!, para así estar hoy por primera vez completamente entre vosotros, pues tocaré vuestros corazones, apenas mi pobre y débil siervo os entregue estas Palabras y entonces así vosotros sabréis que Yo estoy en vuestro centro.

No debéis perder vuestra alegría sino ¡estad contentos y de buen humor!

Porque pensad, si Yo estoy con vosotros, también vosotros estáis Conmigo, vuestro buen Padre.

Y así vosotros estáis en casa y se acabó toda timidez.

Y ya que Yo estoy completamente con vosotros, ¡recibid todos, Mis amados hijitos e hijos, Mi saludo paternal y lleno de Amor, así como a cada uno se les entrega!

Y que este Mi saludo sea una verdadera bendición para vosotros, con la certeza de que YO SOY el verdadero Padre para todos vosotros, así como aceptéis de buena gana como todo el tiempo les doy con gusto

El saludo es:

¡La Paz esté con vosotros!

¡Mi Amor sea la única riqueza entre vosotros!

¡Y Mi Gracia les ilumine delante las tinieblas del mundo y os muestre suavemente el camino de la vida eterna!

¡Que así sea!


Fuente: Dádivas del Cielo, tomo 1, recibido por Jakob Lorber el 9 de mayo de 1840. (dadi1.400509)

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