Porqué oír es mejor que ver
La
tarde del 29.12.1843.
Ojos que sí ven, corazón que sufre |
[1] Nuevamente tenéis la opción de elegir
un texto; Por eso, elegid y veamos si también es apto para un sol
central en este asunto presente.
[2] "Y cuando Le vieron, Le adoraron;
pero algunos dudaron." (Mateo 28:17)
[3] Habéis determinado este texto y, con
esto, de nuevo habéis golpeado al clavo en la cabeza; ¡De hecho,
este texto podría considerarse como un sol central principal!
[4] "Cuando Le vieron, Le adoraron."
¿A quién vieron pues, y con qué Le vieron, y cómo Le adoraron?
[5] Me vieron a Mí, el Señor. ¿Con qué?
Con sus ojos. ¿Y cómo me adoraron? Con su boca. Entonces, ¿por qué
me adoraron? Porque ellos sabían a través del milagro, Quién soy;
ellos sabían pues que Yo soy el Señor. Pero, ¿cómo así lo
sabían? Lo sabían por medio de Mi Enseñanza, a través de Mis
Obras, y por medio del milagro de Mi Resurrección.
[6] ¡Ahora veamos si vosotros no estáis
haciendo lo mismo!
[7] Si bien no Me veis con vuestros ojos,
pero Me veis tanto más con vuestros oídos y con los ojos del alma,
que es vuestra buena inteligencia o entendimiento. Porque la visión
con los ojos es lo menos importante, porque las imágenes que caen en
ellos son muy fugaces y no duran. El antiguo dicho es correcto:
"¡Ojos que no ven, corazón que no siente!"
[8] Pero lo que percibís con los oídos es
más duradero; porque una palabra oída podéis reproducirla
fielmente en cualquier momento como lo habéis escuchado. ¡Pero
probad lo mismo con un objeto visto! ¡Incluso un escultor o pintor
muy hábil no logrará reproducir un objeto visto tan fielmente como
lo ha visto!
[9] Pero los objetos, imágenes y conceptos
que el oído ha recogido permanecen fijos y son bastante fidedignos;
y de acuerdo con esta fidelidad podéis hablar y, esto, en diferentes
lenguas, y podéis reproducir exactamente lo que habéis escuchado o
leído, sí, incluso lo mirado, tal como habéis escuchado, leído y
contemplado, y después de periodos de tiempo más largos, sin la
menor borrosidad de la impresión. Mientras que con vuestra vista no
podéis dibujar una imagen, ni siquiera una que está al frente de
vosotros , así como la veis.
[10] De este hecho queda bastante claro que
mirar con el oído es bastante más valioso que mirar a los ojos. Por
eso también es mucho más valioso escuchar el sonido de una palabra
que mirar la forma externa de una imagen.
[11] Un hombre ciego bien puede ser sabio,
pero un hombre sordo no lo tendrá muy fácil; porque la mudez es la
consecuencia habitual de la sordera. ¡Y sin embargo, los mudos
suelen tener un ojo mucho más agudo que los que sí escuchan y que
por ello no son mudos!
[12] De esto está claro de nuevo que mirar
con el oído es muy superior a mirar con los ojos. La mirada con los
ojos puede deleitar y sorprender a alguien, especialmente cuando
salen a la luz objetos de gran rareza; pero la enseñanza solo es
captada por el oído.
[13] De esto está claro de nuevo que es
mejor escuchar que ver. Porque lo que entra por el oído ilumina y
ordena la mente; pero lo que entra por el ojo la confunde o perturba,
a menudo, muy intensamente.
[14] Por ejemplo, si el sexo femenino solo
escuchara, algo sobre un nuevo vestido de moda, pero nunca lo tuviera
ante su vista, su sentido permanecería ordenado, y ella no dejaría
fácilmente que le impongan una nueva y tonta moda sobre su cuerpo;
pero si le pusieran fotos para que vea, estas perturbarían el buen y
sencillo sentido y pronto convertirían a la mujer en una muñeca
maquillada, vanidosa y necia, lo cual sería más desagradable para
Mí que diez mil locos de manicomio.
[15] De nuevo, de todo esto se muestra,
cuánto mejor es oír que ver, en todo sentido.
[16] Por eso, Me veis también todos los
días, y esto a través del oído de vuestro cuerpo, cada vez que
leéis Mi Palabra, a través del oído de vuestra alma, que es
vuestro mejor entendimiento. Ya que Me veis de esta manera, como
también veis cómo Yo resucito en vosotros, entonces Me reconocéis
bien, Me adoráis con vuestro entendimiento y, por eso, también con
vuestra boca.
[17] Pero ahora Yo pregunto: ¿Fue también
suficiente, de parte de aquellos que Me vieron y Me adoraron después
de la resurrección, suficiente como para ganar la vida eterna?
[18] Las tres preguntas que Pedro recibió
de Mí, que si Me amaba (Juan 21:15-19), muestran
claramente que la simple visión y adoración no es suficiente para
obtener Mi Reino y la Vida eterna en él, —de la misma manera que
no es suficiente decir solo: "¡Señor, Señor!"
[19] Pero así como también Me veis cuando
leéis Mi Palabra, y también Me adoráis a través del entendimiento
y la atención con la que lees Mi Palabra, también podéis decir:
"¡Te vemos y Te adoramos!"
[20] Pero Yo aparezco una vez más y os
pregunto, no solo tres veces, sino más seguido: "¿Me amáis?"
—Vuestra boca dice: "¡Sí!"— pero cuando miro
directamente dentro de vuestros corazones veo allí, bastante a
menudo, como si fuera un malhumorado día de otoño, cubierto con
todo tipo de nieblas sucias y mundanas, y luego no puedo ver, debido
a demasiadas nieblas, si este 'sí' está escrito seriamente en la
profundidad de vuestros corazones con letras ardientes. Puede ser que
esté escrito en él; pero ¿por qué tantas nieblas que a menudo
oscurecen el corazón de tal manera que no se puede percibir
claramente esta inscripción viviente de Amor dirigida a Mí?
[21] Por eso, ¡que se vayan estas nieblas! ¡Que se vayan la exclusiva visión y adoración, para que esta inscripción, que es una obra de la actividad de acuerdo a la palabra, se vuelva completamente visible en la vida —y también Yo Mismo por ende— como resultado de la luz que cada vez se vuelve más brillante. Luz que viene de esta inscripción sagrada y viviente en vuestros corazones!
[22] ¿De qué sirve leer y entender si la acción queda sin ejecutarse? ¿De qué sirve ver y adorar, si continuamente deja que le pregunte: "Pedro, ¿Me amas?"
[23] Magdalena también Me vio; pero no le pregunté: "Magdalena, ¿Me amas?" Más bien Yo tuve que detenerla ante su estado de puro amor; porque su amor hacia Mí había despertado en forma instantánea y con demasiada intensidad ante la primera vista. "¡No me toques!" le tuve que decir a ella, cuyo corazón ardía en las llamas más brillantes ante la primera vista!
[24] Pero a Tomás le tuve que decir: "¡Pon tus manos en Mis heridas!" Y a Pedro le tuve que preguntar si me amaba. El "¡No me toques!" no hubiera sido muy adecuado; porque ni en Pedro y menos en Tomás latía para Mí un corazón como el de Magdalena.
[25] Del mismo modo, tampoco necesito deciros: "¡No me toques!", al contrario os digo aún más que a un Tomás: "¡Poned no solo vuestras manos sobre Mis heridas, sino poned vuestros ojos, oídos, manos y pies en toda Mi creación, en todos Mis cielos y en todos Mis milagros revelados de vida eterna, y luego creer que Yo soy quien os da tales cosas! ¡Y, por lo tanto, no pido nada más que Me améis!"
[26] Pero todavía veo a Pedro a orillas del mar dentro de vosotros. Un Pedro que siempre se deja preguntar: "Pedro, ¿Me amas?" Porque vosotros, respecto a la fe, sois “Pedros”, pero aún no sois ni Magdalenas ni Juanes, a quien tampoco le pregunté si Me amaba; porque sabía muy bien porqué él Me seguía, en el momento que no le dije a él como a Pedro: "¡Sígueme!”
[27] Pedro Me siguió porque le dije que Me siguiera; pero Juan Me siguió porque su corazón le motivó a ello. –¿Cuál de estos dos hechos sería lo mejor?
[28] Pedro se puso celoso de Juan porque lo consideraba menos que él; Juan, sin embargo, fue defendido por Mí, y en el mismo momento se le aseguró que permanecería, y eso es más que el "¡Sígueme!" Porque es mejor decir: "¡Quédate como eres!" que ordenar que Me siga.
[29] ¡Por eso, el amor en acción es mejor que la fe, la visión y la adoración, y mejor que leer y entender mucho sobre Mí pero, a cambio, amar poco!
[30] Creo que esto queda claro nuevamente. Por eso, ¡pasemos a los siguientes soles centrales!
Fuente: Acla06 - CAPÍTULO 6
"Y cuando Le vieron, Le adoraron; pero algunos dudaron"
(Mateo 28:17)
"Y cuando Le vieron, Le adoraron; pero algunos dudaron"
(Mateo 28:17)
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