Tengo los brazos abiertos

Tengo los brazos abiertos
Mi siervo, a tus amigos y hermanos, diles con todo amor: Yo, su Padre
amoroso, ya tengo los brazos abiertos para ir al encuentro de ellos y
estrecharlos a todos contra mi pecho, eternamente. Que ya no se
aparten de Mí, sino que continuamente miren mi semblante, y mi mirada
les comunicará cuánto los amo y las buenas intenciones que tengo con
ellos.

Diles: He apartado sus pecados de mi vista y a ellos mismos los he
lavado dejándolos blancos como la nieve, de modo que ya no hay
obstáculo alguno. Ya no quiero ser un Padre invisible para ellos sino
que quiero que me vean siempre, que bromeen conmigo y que estén
contentos. Y que ahora todas sus preocupaciones me las carguen a Mí.

En adelante, ¡con qué suma alegría me preocuparé de ellos! ¡Qué
significan todas las alegrías y delicias de mis Cielos para Mí ante
las de ser amado por mis queridos hijos como el único y verdadero
Padre!

Mira, os doy todas las bienaventuranzas a cambio de esta única que me
he reservado para Mí. Por esto mis hijos deberían llamarme únicamente
a Mí su Padre, pues, lo soy con todo derecho. Y nadie me puede
disputar este derecho porque Yo soy el Único y fuera de Mí no hay
otro...

(gobd1.3.8-11)

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