Sobre el duelo por el difunto
¡Oh Abba Emanuel! ¡Desde tu amantísimo corazón, a través de tu servidor, envía una paternal palabra de consuelo a nuestro hermano Carl, cuya alma está entristecida por el triste estado en el que se encuentra su devastado tío! – Tu santísima voluntad ¡Amén! – Dice el Señor: Sí, hoy en día, como ocurre con raras excepciones desde los tiempos de Adán, muchas personas prefieren los consuelos soporíferos a los dolores ligeros que despiertan su vida interior. Y así todavía estás en un estado moderado, querido C. L., pero he aquí, como ya te he pedido un consuelo, como a tu hermano A. H. W., quiero darte también un consuelo verdadero y al mismo tiempo mostrarte el siempre camino correcto hacia ella, en el que no la perderás fácilmente. E incluso si lo haces, te resultará fácil volver a encontrarlos. – Pero con el consuelo no quiero darte una poción para dormir, sino una poción para despertar, sí, ¡una verdadera poción para despertar a la vida eterna! Por eso escuchad y oíd con vuestro coraz