Sermón de penitencia a un obispo
Dice el Señor: Entonces Yo, como timonel, tomé la palabra y le dije a Martín: «Ahora ¡escúchame y presta mucha atención a lo que te voy a decir! Mira, sé muy bien de qué índole es el mundo, pues conozco cómo ha sido todo el tiempo. Si el mundo no fuera malo, o por lo menos a veces mejor que en otros momentos, ¡no habría crucificado al Señor de la Gloria! Pero si su enorme malevolencia hizo ya esto con la Madera del árbol glorioso, ¡cuánto menos respetará la leña menuda! Por eso al mundo se aplica siempre lo que por la boca del Señor dice el evangelio: En estos días -es decir estando dentro del tiempo del mundo- el Reino de los Cielos requiere enorme fuerza; ¡lo poseerán sólo quienes lo arrebaten para sí con enorme fuerza!”. Cierto es, amigo mío, que nunca aplicaste una tal enorme fuerza moral al Reino del Cielo. Por eso mismo no deberías acusar demasiado al mundo; pues, porque según mi conocimiento sumamente claro, ¡siempre atribuiste en todo más importancia al mundo que al