Que tire la primera piedra...
Una joven peruana se fue a estudiar a Brasil. Y vivía en un edificio de personas respetables, a excepción de una inquilina, acusada de ser una "mujer de la calle". Un día la joven peruana se enfermó tanto que estaba postrada en cama y no podía atenderse a sí misma. Nadie del edificio acudió a ayudarla, solo la "mujer de la calle" cuidó de ella y, con mucho amor, le lavaba incluso la ropa interior manchada con sangre de su regla. Esta historia de la vida real y me hace recordar a la iglesia en la que nací. Sí, es cierto, ella se ha corrompido en el pasado y hasta hoy se prostituye, pero fue la única que me amamantó con leche espiritual durante mis noches negras de mi infancia. Y ahora, ¿debo condenarla por su enfermedad? ¿Dónde estaría el agradecimiento y capacidad de amar, si le deseo la muerte? ... El siguiente mensaje ha sido dado por el Señor: La Posición sobre la Iglesia. 20 de agosto de 1840. 1. Quiero daros unas palabras a aquellos que creen leer en el me