La volubilidad espiritual
Tabla de Contenidos
- La volubilidad
- Sobre las personas espiritualmente volubles
- Características de las personas espiritualmente inconstantes, superficiales y volubles:
- Desarrollo de los puntos
- 10. Han sido criados con recompensas en lugar de valores
- 6. No soportan estar solos
- 4. Carecen de la humedad y el calor espiritual
- 12. Dios no los juzgará ni intentará cambiarlos
- Preguntas y respuestas
- Este tema, ¿está relacionado con las palabras de Jesús: “A los tibios los vomitaré de mi boca”?
- En resumen, ¿cual es la causa de que una persona sea voluble?
- ¿Acaso la causa no es una decisión propia de la persona? y es que hay personas que han tenido una formación deficiente, una que promueve la volubilidad, sin embargo estas personas se han vuelto personas estables espiritualmente.
- Una persona que toma consciencia que es voluble, ¿cómo podría dejar de serlo?
La volubilidad
Sobre las personas espiritualmente volubles
Ser voluble implica tener una naturaleza cambiante o inconstante, ya sea en opiniones, emociones o decisiones. Una persona voluble puede pasar rápidamente de un estado de ánimo a otro o modificar sus puntos de vista sin mucha consistencia, lo que a veces genera desconfianza en quienes la rodean. Esta característica puede surgir de la impulsividad, la falta de firmeza o una adaptabilidad extrema a las circunstancias. Si bien la volubilidad puede ser vista como flexibilidad en algunos contextos, en otros se percibe como una debilidad, pues dificulta prever cómo actuará alguien en el futuro. En esencia, ser voluble es vivir en un constante vaivén, como una hoja llevada por el viento, sin anclarse del todo a una postura definida.
Características de las personas espiritualmente inconstantes, superficiales y volubles:
- No tienen verdadera fidelidad y cambian su comportamiento según con quién estén.
- Hablan de manera diferente dependiendo de su audiencia: con los fieles aparentan devoción, pero entre los infieles adoptan su lenguaje y costumbres.
- Son como langostas, que saltan entre Dios y la muerte sin profundidad espiritual.
- Carecen de la humedad y el calor espiritual necesarios para que la palabra divina germine en ellos.
- Son los más difíciles de corregir, porque aceptan cualquier situación sin convicción propia.
- No soportan estar solos, ya que carecen de vida interior y necesitan distracción constante.
- Sin entretenimiento, se desesperan: primero se aburren, luego se quejan y finalmente se rebelan o huyen.
- Solo trabajan si les divierte, y si no hay distracción después del esfuerzo, rechazan la tarea.
- Se interesan en la palabra de Dios solo si les entretiene, pero no la interiorizan ni la aplican.
- Han sido criados con recompensas en lugar de valores, lo que les impidió desarrollar independencia y libertad.
- Son sombras efímeras, que existirán un breve tiempo y luego desaparecerán sin trascendencia.
- Dios no los juzgará ni intentará cambiarlos, pues su destino ya está marcado por su propia superficialidad.
Fuente: Gobierno de Dios, tomo 3, cap. 124
Desarrollo de los puntos
10. Han sido criados con recompensas en lugar de valores
El punto 10 se refiere a que estas personas han sido condicionadas desde muy temprana edad a valorar la inmediatez de las recompensas y el entretenimiento en lugar de aprender el valor del esfuerzo, la constancia y la dedicación. Esto implica que:
Falta de formación en valores profundos:
Desde su niñez, se les ha premiado por conseguir placer y distracción de manera inmediata, sin enseñarles la importancia de desarrollar una voluntad propia, reflexiva y autónoma. En vez de aprender a distinguir entre lo que es verdaderamente valioso y lo que es simplemente agradable en el momento, se acostumbran a buscar la gratificación instantánea.Ausencia de desarrollo de un “yo” auténtico:
Debido a esta educación, no desarrollan una identidad interna robusta. Su conducta y sus decisiones se moldean de acuerdo con el entorno y las recompensas que reciben, en lugar de surgir de un pensamiento o una convicción personal. Esto les impide tener una “vida propia” en el sentido de actuar con independencia y libertad, pues se dejan llevar por las circunstancias y las influencias externas.Dependencia del estímulo externo:
Al haberse acostumbrado a recibir estímulos externos (distracción, entretenimiento, premios), no aprenden a auto-motivarse o a encontrar satisfacción en el esfuerzo mismo. Su existencia se vuelve reactiva: se adaptan y cambian según lo que esté de moda o sea más divertido en el momento, en lugar de seguir una dirección propia o una misión interna que les defina de manera duradera.
En resumen, la falta de independencia y libertad se debe a que, al ser formados únicamente para buscar el placer inmediato, se les priva del desarrollo de un carácter autónomo y una verdadera identidad interior. No es que carezcan de vida en el sentido biológico, sino que su “vida propia” en cuanto a sentido, dirección y autenticidad se ve comprometida por un condicionamiento que prioriza la satisfacción momentánea sobre el crecimiento personal y espiritual.
6. No soportan estar solos
El punto 6 destaca que estas personas, al carecer de una vida interior sólida, no soportan la soledad y dependen de estímulos externos para sentirse activas y motivadas. A continuación se desarrolla este aspecto:
Falta de desarrollo interior:
Debido a una educación centrada en el placer inmediato y en la recompensa constante, estas personas no han cultivado una riqueza interna propia. No han aprendido a reflexionar, meditar o encontrar satisfacción en el silencio y la introspección. Esto hace que no tengan una “compañía interna” que las sostenga cuando se encuentran solas.Dependencia de distracciones:
Al no contar con un mundo interior robusto, buscan constantemente estímulos y distracciones externas para evitar enfrentarse con su propia vacuidad o posibles sentimientos de inquietud. El entretenimiento, la compañía de otros y las actividades que les proporcionen gratificación inmediata se vuelven esenciales para llenar ese vacío.Incapacidad para disfrutar de la soledad:
Mientras que otras personas pueden encontrar en la soledad una oportunidad para el crecimiento personal, la creatividad o la paz mental, estas personas experimentan el aislamiento como una carencia insoportable. La ausencia de estímulos externos provoca en ellas un estado de aburrimiento extremo que, en consecuencia, puede desembocar en frustración o en comportamientos impulsivos para reanimarse.Consecuencias en su comportamiento:
La necesidad constante de distracción se traduce en una inestabilidad emocional y en la dificultad para mantener compromisos a largo plazo o trabajar en proyectos que requieran esfuerzo sostenido sin recompensas inmediatas. Esta vulnerabilidad hace que sean fácilmente influenciables y se adapten a cualquier grupo o situación que les proporcione el entretenimiento que tanto necesitan.
En resumen, al no desarrollar una vida interior rica y autónoma, estas personas quedan a merced de estímulos externos que, aunque les proporcionen placer momentáneo, no les permiten crecer ni consolidar una identidad personal sólida. Esto refuerza su tendencia a la inconstancia y a la superficialidad, ya que su bienestar depende exclusivamente de factores externos que, por naturaleza, son efímeros y volubles.
4. Carecen de la humedad y el calor espiritual
El punto 4 se centra en la idea de que estas personas no poseen la “humedad” ni el “calor espiritual” necesarios para que la palabra divina se enraíce y dé fruto en sus vidas. Esto puede entenderse de la siguiente manera:
Falta de receptividad espiritual:
La “humedad” y el “calor espiritual” son metáforas que sugieren condiciones propicias para el crecimiento interior, a decir: humildad y amor. En este contexto, al carecer de estos elementos, no tienen la disposición interna para asimilar y transformar las enseñanzas espirituales en una experiencia viva y personal.Ausencia de un entorno interno fértil:
Al igual que una semilla necesita tierra húmeda (la humildad) y un ambiente cálido (el amor) para germinar, la palabra divina requiere de un corazón y una mente que estén abiertos, sensibles y receptivos. Sin estos elementos, la enseñanza (la Palabra de Dios) se queda en el plano superficial y no logra arraigar ni impulsar un cambio profundo en el individuo.Falta de transformación interior:
Sin esa “humedad” (la humilde receptividad y la apertura a nuevas experiencias espirituales) y sin ese “calor” (la motivación y el impulso interno que da el amor), las personas no pueden experimentar el crecimiento personal y la transformación que conlleva una verdadera fe. La palabra divina, por tanto, no se convierte en un motor de acción ni en una fuente de renovación interior.Consecuencia en la vida espiritual:
La carencia de estas condiciones espirituales conduce a que, aunque reciban las palabras y enseñanzas, estas no se integren de forma profunda en su ser. Quedan limitadas a una comprensión intelectual o superficial sin llegar a influir en sus actitudes, comportamientos y decisiones de manera significativa.
En resumen, el punto 4 enfatiza que la ausencia de condiciones espirituales esenciales impide que la palabra divina tenga un efecto transformador real en la vida de estas personas, manteniéndolas en un estado de superficialidad y desconexión con lo trascendental.
12. Dios no los juzgará ni intentará cambiarlos
El punto 12 afirma que, ante la superficialidad y la inconstancia inherentes de estas personas, Dios decide no invertir en su transformación o redención. Esto se desarrolla en varios aspectos:
Fijación en su naturaleza efímera:
Se entiende que estas personas, al carecer de un fundamento interno sólido y de un compromiso profundo, están predestinadas a permanecer en su estado superficial. Su identidad se define por la búsqueda constante de placer y distracción, lo que las convierte en sombras pasajeras sin capacidad de un cambio real.Ausencia de esfuerzo transformador:
Debido a su condición, no se espera que alcancen una transformación significativa. La inconstancia y la falta de una vida interior consolidada hacen que cualquier intento de cambio, incluso por medio de una enseñanza divina, resulte infructuoso. Por ello, Dios opta por no esforzarse en reformarlas, ya que su destino ha sido automarcado, es decir, definido por ellos mismos.No se someten a juicio transformador:
La decisión de no juzgarlos o castigarlos se relaciona con la idea de que, al no poseer una auténtica libertad o un genuino “yo” interior, estas personas no son responsables en el sentido pleno de sus actos. Su existencia efímera y su falta de compromiso impiden que se les pueda exigir un cambio verdadero o que se les someta a un juicio que aspire a una transformación espiritual profunda.Una aceptación de la naturaleza humana inconstante:
En este contexto, la postura divina es resignada: se reconoce que existen dos grupos. Mientras que los fieles, con una vida interior arraigada, se mantienen firmes, aquellos que han optado por una existencia basada en la inconstancia y el entretenimiento se mantienen en su estado, sin que se espere una conversión genuina. Esta aceptación subraya que la transformación depende de la disposición interna, y en estos casos, esa disposición está irremediablemente ausente.
En resumen, el punto 12 subraya que la superficialidad y la falta de compromiso genuino de estas personas las condenan a un destino predeterminado, en el que ni el juicio ni el cambio divino resultarán efectivos. Su naturaleza inconstante y efímera queda sellada, dejando a Dios con la decisión de dejarlas tal como son, sin invertir en una transformación que, desde la raíz, ya no es posible.
Preguntas y respuestas
Este tema, ¿está relacionado con las palabras de Jesús: “A los tibios los vomitaré de mi boca”?
Sí, el tema se relaciona estrechamente con esa advertencia bíblica. La frase "A los tibios los vomitaré de mi boca" (Apocalipsis 3:16) enfatiza la importancia de una fe auténtica y comprometida, y rechaza la actitud superficial e inconstante. En el texto que hemos analizado, se critica a quienes, por no tener una vida interior rica y un compromiso profundo, se dejan llevar por el entretenimiento y las distracciones, actuando de acuerdo con las circunstancias y no de una convicción personal. Esta falta de autenticidad y firmeza en su fe es precisamente lo que condena la tibieza, haciendo que esos individuos sean rechazados en el ámbito divino, tal como lo expresa Jesús en las Escrituras.
En resumen, ¿cual es la causa de que una persona sea voluble?
La causa de la volubilidad, según el texto original, es que estas personas han sido formadas desde muy temprana edad para buscar únicamente el placer inmediato y la distracción, lo que impide el desarrollo de una vida interior auténtica y una identidad propia; este condicionamiento las lleva a actuar conforme a las circunstancias y a los estímulos externos, sin cultivar una convicción o compromiso duradero.
¿Acaso la causa no es una decisión propia de la persona? y es que hay personas que han tenido una formación deficiente, una que promueve la volubilidad, sin embargo estas personas se han vuelto personas estables espiritualmente.
El texto original sugiere que la volubilidad no es tanto una decisión propia, sino el resultado de un condicionamiento temprano que premia la gratificación inmediata y el entretenimiento en detrimento del desarrollo de una vida interior sólida; es decir, quienes adoptan esta actitud carecen de la base interna que les permitiría una transformación genuina, aunque es cierto que algunas personas pueden, mediante un esfuerzo consciente, superar una formación deficiente y alcanzar estabilidad espiritual.
Una persona que toma consciencia que es voluble, ¿cómo podría dejar de serlo?
Una persona que toma conciencia de su volubilidad podría comenzar un proceso de transformación interna que implique cultivar la introspección, la autodisciplina y la búsqueda consciente de valores profundos y duraderos, alejándose de la gratificación inmediata y rodeándose de influencias y prácticas que fomenten un compromiso espiritual auténtico.
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