Hoy estamos y mañana ya no

Hoy está el iluminati y el campesino, mañana ninguno de los dos. Lo sucederá el hijo o la hija. Y así, la vida continúa y con el tiempo los hechos serán olvidados o no. Cuántas lágrimas, cuántas alegrías surgieron. La vida continúa inexorablemente. Y si le preguntásemos al Creador por el sentido de todo esto. ¿Realmente todo acaba con la muerte? Investiguemos y leamos una de las muchas revelaciones que hay en nuestro planeta. Preguntas como por ejemplo: ¿cómo se efectúa el paso de la vida material a la vida espiritual, la llamada vida en el Más Allá, en especial en las personas importantes del mundo?

Dice el Señor:

¿Qué diferencia puede haber para el agua, si se moja en ella un hombre importante o una persona pobre e insignificante para el mundo? ¿O qué le puede importar al fuego? Escucha bien, ¡el fuego devora tanto al emperador como al mendigo!

Si cayeran al mismo tiempo desde una torre un mendigo y un ministro o un emperador, ciertamente todos morirían por la caída. ¿En la tumba puede haber diferencia entre grande y pequeño, rico y pobre, guapo y feo o joven y viejo? Fíjate bien, no hay diferencia. Todo se pudre y se convierte en deshecho de gusanos y finalmente en polvo.

Igual que sucede al cuerpo en el llamado mundo de las fuerzas naturales le ocurre al alma en el mundo de los espíritus. No importa que en el mundo hayan sido emperadores o pobres, en el mundo espiritual todos son iguales. No existen privilegios y nadie tiene «más derecho en el reino de los cielos» por haber sido importante o por haber sufrido más en la Tierra, o por haber sido más piadoso. Como ya hemos dicho repetidas veces: en el Más Allá solo cuenta el amor puro.

Todo lo demás es comparable a piedras arrojadas a la mar: todas se hunden en el piélago, sean simples areniscas o diamantes. Seguirán siendo lo que son, pero su destino es el mismo; a lo mejor la arenisca se disuelva antes que el diamante.

Igual ocurre con la nobleza terrenal o la insignificancia mundana. En el mar de la eternidad inexorable pueden acordarse de lo que fueron en el mundo. El emperador aún se sentirá emperador y el mendigo, creyendo tener derecho a una recompensa, seguirá sintiéndose mendigo. Pero ambos sufrirán el mismo destino en la realidad de la vida eterna. Puede que el pobre llegue antes a un estado de fermentación, llenándose de burbujas de humildad y emergiendo desde el abismo hacia la superficie de la Luz eterna y la vida

Podéis juzgar el paso de cualquier hombre según esta regla cardinal. Por lo tanto, actuad siempre con amor para no participar de este destino general. Amén, amén, amén.

Leer la continuación en: https://jakoblorber.webcindario.com/audiolibro/Libros/M%C3%A1s%20all%C3%A1%20del%20Umbral.htm#e0

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