Introspección

Quien quiera entrar en la vida de su espíritu tiene necesariamente que entregarse todos los días a la  calma plena de su espíritu durante un tiempo determinado. 

Durante esta calma no debe divagar en todo tipo de pensamientos, sino que debe capturar un pensamiento y observarlo sin abandonarlo como un objeto determinado. 

El mejor pensamiento es el Señor.  

Quien haga esto, con celo y con todo tipo de abnegación, estará agudizando cada vez más los ojos y oídos de su espíritu. 

Después de no mucho tiempo, estos dos sentidos del espíritu estarán tan perfeccionados que las formas espirituales del tipo más maravilloso podrán ser vistas con gran facilidad allí en donde anteriormente no aparecía más que un vacío amorfo o indefinido. 

También los sonidos y las palabras podrán ser percibidas  allí  en donde parecía haber silencio eterno.

Fuente: El sol espiritual, tomo 2, capítulo 44, versículos del 16 al 17.


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