Una mujer humilde es una verdadera bendición

Dice el Señor

1 ¡Ay del mundo cuando las mujeres vuelvan a adornarse y reinar!, ¡entonces la Tierra pasará por el fuego!

2 Tratadlas con la disciplina adecuada y cuidad que sean humildes. Siempre deben estar aseadas pero nunca con lujo, porque sus adornos y joyas serán la perdición de la humanidad.

3 Así cómo una mujer limpia, humilde y de buenas costumbres es una verdadera bendición para una casa, una que se maquilla es una maldición para todo el mundo, una pequeña Satana entre los hombres, parecida a una serpiente que con mirada seductora atrapa a los pájaros con su boca venenosa y mortífera.

4 Por eso os doy el siguiente consejo, sin que sea un mandamiento:

5 Si alguien tiene la intención de casarse, que se asegure que la muchacha elegida no acicale su cuerpo, que no ande por la calle con la cara descubierta y no presuma de sus otros atractivos, sino que sea virtuosa en todo, que en verano viste con ropa de lino y en invierno de lana sin color; que siempre se atenga a la verdad y que nunca desee poseer bienes. Pues a las mujeres les resulta más beneficioso no tener sino justamente lo imprescindible. Tal muchacha merece que pidáis su mano. Pero de una muchacha rica y adornada, vestida con ropa sexual, que en la calle exponga su cara descubierta a la vista, que aprecie que los ricos y los importantes la saluden, mientras que ella misma dice de los pobres: “¡Qué gentuza más maloliente!”, os digo que huyáis de tal muchacha como de un cadáver en putrefacción.

6 Pues esta muchacha es una fiel imagen reducida del infierno tentador. Quien se case con ella cometerá un grave pecado ante el Orden divino y puede estar seguro que tal mujer difícilmente mejorará durante su vida en la Tierra. Si muere antes que su marido, seguro que, aunque este sea un hombre muy virtuoso, en cuanto llegue al Más Allá le arrastrará al infierno por tiempo considerable debido a haberla querido tanto por sus llamativos encantos.

7 Si esta mujer ya se sirvió en la Tierra de todas las argucias posibles para enredar al hombre que su codicia eligió, en el Más Allá se le presentará mil veces más tentadora, con todos los encantos imaginables, para atraerle a su nido infernal. En las condiciones del Más Allá al hombre le resultará sumamente difícil sustraerse a la fuerza de su mujer.

8 Por ello, que quien quiera casarse observe bien antes a su novia para que en vez de unirse con un ángel no lo haga con un demonio, del que después no se podrá liberar tan fácilmente.

9 Quedáis informados sobradamente acerca de estas peculiaridades; tenedlas en cuenta aquí, y en el Más Allá la buena suerte estará con vosotros.

Esto no es un mandamiento de obligado cumplimiento, sino, como ya os dije antes, un buen consejo que os puede ser muy útil a vosotros y a todas las mujeres presuntuosas.

10 El que instruye a una muchacha presumida y tentadora de manera que ella reconozca su vanidad, tendrá un gran mérito en el Cielo.

11 Así que apartad vuestros ojos de las muchachas tentadoras, porque están unidas a Satanás y, sin saberlo ellas mismas, sirven sus fines seductores.

12 Quien quiera ver a Satanás en su forma más maligna, que mire a una mujer muy adornada y ya ha lo ha visto en su forma más peligrosa para la humanidad.

13 Si actuara como un dragón, vomitando guerra, hambre y epidemias sobre la Tierra, Satanás sería menos peligroso para la humanidad porque en tales aflicciones los hombres se dirigen hacia Dios, hacen penitencia, y se salvan así del infierno y su juicio.

14 Pero cuando Satanás cubre sus dragones con el vestido luminoso de un ángel, así presentado resulta muy peligroso para la humanidad, de naturaleza propensa a la sensualidad. Cuando el lobo se presenta ante las ovejas tal como es, estas huirán en todas las direcciones, confundiendo a la fiera. Y antes que tome la decisión de a cual ha de perseguir, tendrá que marcharse sin presa alguna. Pero si el lobo viene con piel de cordero, las ovejas, en vez de huir, se alegran por su nuevo compañero que podrá devorar toda la manada antes de que una sola de ellas piense escaparse.

15 Este consejo debéis guardarlo en vuestros corazones y cultivarlo; debéis guardarlo como si fuera mandamiento. Así vuestros matrimonios tendrán la bendición de los Cielos; de lo contrario se verán agobiados con la maldición del infierno.

16 Así que no os dejéis tentar por los engañosos encantos mundanos, sino sed siempre sensatos y evaluad el mundo en su justo valor. No cambiéis el oro y las perlas que recibisteis de los Cielos por sus vanidades; siempre habrá paz entre vosotros y veréis los Cielos abiertos. Pero si os dejáis cautivar por los atractivos del mundo, entonces tendréis que quejaros a vosotros mismos si los Cielos se os cierran cada vez más, y si cuanto paséis grandes apuros no obtenéis el socorro celestial que pedís. Pues no es posible que alguien pueda estar en unión bendita con el Cielo mientras sienta todavía al mismo tiempo placer en cualquier cosa del mundo.

17 Todo hombre ha sido creado y constituido de tal manera que en su corazón no caben al mismo tiempo lo bueno y lo malo, lo verdadero y lo falso; tendrá que ser lo uno o lo otro, pero nunca ambos.

18 Con su entendimiento los puede reconocer y diferenciar como tales; sin embargo, en el corazón sólo puede permanecer base de la vida lo uno o lo otro.

19 ¿Habéis comprendido mi consejo?».

20 «¡Sí, Señor y maestro de toda Sabiduría divina!».


Fuente: El Gran Evangelio de Juan, tomo 1, capítulo 167.

Evangelio para pretendientes. La degeneración de la humanidad por culpa de las mujeres. Características de las mujeres malas. Advertencia sobre el matrimonio con una mujer altanera. Maldición de tal unión aquí y en el Más Allá. Lo malo y lo bueno no actúan a la vez en el mismo corazón

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