Job: ¡Soy inocente, soy inocente!
Elihú
le dijo a Job.
»Insistes que eres inocente, que Dios te ve culpable
y como su enemigo. ¿Por qué te quejas de que Él no te responde? Tal vez no te das cuenta, pero Dios no deja de hablarnos; algunas
veces nos habla en sueños,
mientras dormimos profundamente; otras veces
nos habla al oído; claramente nos advierte
que no seamos orgullosos; así nos libra de la muerte.
A veces Dios
nos castiga con agudos dolores. Perdemos el apetito, y no soportamos
ningún alimento; la carne se nos va secando, y hasta se nos ven los
huesos. Así se nos acerca la muerte.
Demuestra que eres inocente.
Entonces orarás a Dios, y lo verás cara a cara; Dios te brindará
su favor y te hará justicia y dirás a todo el mundo:
“Aunque
he pecado y he sido injusto, Dios no me castigó como merecía.
¡Estoy vivo, y puedo ver la luz porque Dios me salvó de la muerte!”
Todo esto lo hace Dios cuantas veces sea necesario, para salvarnos de
la muerte y dejarnos seguir con vida.«
Job
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