Dijo el Señor:
Nosotros cuatro (Jesús con Pedro, Santiago, Juan) nos dirigimos de inmediato a la cima completa, pero no estuvimos solos por mucho tiempo; pues los siete egipcios superiores nos siguieron pronto, y el primer egipcio superior dijo:
«Señor, perdónanos por haberte seguido de inmediato; porque en esta Tierra ya no podremos seguirte en la carne, y esta Tierra tampoco recibirá nunca más la dicha infinitamente rara y eterna de ser pisada por los pies corporales de su Creador. ¡Pero nosotros tenemos la indescriptible dicha de ser testigos oculares y auditivos de este, el mayor de Tus infinitos y eternos Milagros! Sería un pecado grave apartar nuestra vista de Ti por un solo instante y no escuchar cada palabra que salga de Tu boca».
Entonces Yo dije:
«Quien Me sigue nunca se equivoca, y bienaventurado sea todo aquel que comparta vuestro sentido; pero hay, como podéis notar fácilmente, muchos que todavía duermen profundamente, aunque el sol ya está cerca de levantarse. Sin embargo, dejémoslos descansar; ellos también despertarán a su debido tiempo durante el día. Pero muchos solo despertarán en el atardecer de su vida, y ese despertar en la noche de la vida les traerá poco consuelo.
Bienaventurados todavía aquellos que despierten durante una clara noche estrellada. Pero no tan bienaventurados serán aquellos que despierten en una tarde nublada, pues tendrán que pasar por una larga, oscura y desolada noche. Y aunque deseen volver a dormir en la oscura noche, no podrán conciliar el sueño. ¡Ese será un mal tiempo en esta Tierra! Pero quien permanezca despierto incluso en la noche más oscura hasta el final de sus días terrenales, ¡será bendecido!»
Fuente: GEJ 07.182.2-4
Comentarios
Publicar un comentario